Para una agenda teológica planetaria del FMTL.
Propuesta de la Comisión Teológica Internacional de la EATWOT
en el debate del Foro Mundial de Teología y Liberación, en Dakar, febrero de 2011
EATWOT
https://eatwot.academia.edu/JoséMaríaVIGIL
Panamá, Panamá
Esquema sobre el que
ubicamos las ideas de esta propuesta
El FMTL no habla para ni en nombre de
todas las teologías, sino desde y para las
«teologías liberadoras contextuales que trabajan por ‘otro mundo posible’».
Queremos tomar esta constatación precisamente como el esquema de pensamiento
sobre el que ordenar nuestra propuesta:
- teologías LIBERADORAS: impulsadas
por el «principio-liberación»
que conciben la realidad
como historia
como proceso
utópico-liberador
desde la opción por los
pobres (que incluye muy diferentes «pobrezas»)
- teologías CONTEXTUALES:
que, encarnadas en sus
contextos locales, parten de la realidad
y que vuelven a ella con
un compromiso militante
de praxis de
transformación histórica, tanto local como global.
- teologías DEL OTRO MUNDO POSIBLE,
que nosotros llamaremos AXIALES, es decir, aquellas...
que
reconocen su centro de gravedad más del lado del futuro que del pasado,
que
asumen ya conscientemente que estamos en un tiempo axial de rupturas y de
nuevas dimensiones,
y que intentan construir
realmente la otra teología posible, en medio de los tsunamis culturales y
paradigmáticos que venimos experimentando
Vamos a estructurar nuestra propuesta
desde este mismo esquema tripartito, sobre esas tres dimensiones de nuestra teología,
por motivos de simplicidad y claridad, y sólo como un modesto punto de partida
para el debate colectivo.
Prioridades para una
agenda de trabajo de las TLs para los próximos (¿dos?) años esquematizada en
tres dimensiones (liberación, contextualidad y axialidad)
• En la
dimensión liberadora
Creemos que a pesar de la juventud de
nuestra teología liberadora, su consistencia, su sentido, sus planteamientos
fundamentales alcanzaron madurez hace varias décadas, y pese a los malos
tiempos que corren, se mantienen firmes y no están en peligro. El fundamento de
la teología liberadora, el «principio liberación», goza de buena salud y no es
motivo de preocupación en sí mismo en este momento. ¿Sería no obstante
necesario confrontar nuestros fundamentos clásicos con los nuevos
planteamientos académicos en materia de filosofía política y sociología, que
proponen hace ya tiempo una reconsideración de la política precisamente en
torno a «la idea de Justicia» (Rawls, Sen)? ¿No deberíamos estar presentes
intensivamente en ese debate? ¿Deberíamos asimismo incorporar esos actuales
avances en una versión renovada de la fundamentación misma de nuestras
Teologías de la Liberación, para que puedan dialogar con esta corriente tan
importante y tan actual?
Al nivel de la práctica diaria lo más
urge nuestra atención de acompañamiento es la crisis económica mundial. Debemos
denunciar con más energía profética y más penetración teórica económica la
«vuelta de tuerca» que la dominación económica, en manos de las grandes multinacionales
y del sistema económico global, de los eufemísiticamente llamados «los
mercados», está dando sobre los pobres y las clases medias, en medio de una
hegemonía cultural que ha logrado imponer con los medios de comunicación a su
servicio, presentándose como un sacrificio inevitable y beneficioso para la
humanidad. Como Teologías de la liberación, tenemos la obligación de desafiar
esa hegemonía cultural neoliberal que somete a los pobres, y de acompañar más
de cerca y más eficazmente a las iniciativas y movimientos populares e incluso
gubernamentales que resisten actualmente (en América Latina concretamente
vivimos esto en el ALBA y el movimiento bolivariano). Tal vez necesitamos
revisitar teológicamente el tema de las fronteras y vínculos entre fe y política,
y de nuestra relación con las mediaciones civiles y políticas para “el otro
mundo posible” -y para el Reino- que ya se dan autónomamente en la sociedad,
ante las que no podemos quedar pasivamente al margen.
En un campo más teórico, necesita
atención urgente el encuentro, el cruzamiento, la re-elaboración de la
dimensión liberadora de la teología, del «principio liberación», en los nuevos
paradigmas de la actual «época axial» que atravesamos, para ir preparando la
teología liberadora propia de la nueva época, la teología de una liberación
holística que sea realmente axial, o post-axial. Esta relectura, que ya está
iniciada, sí debiera ser incorporada a nuestra agenda operativa para estos
próximos años. No podemos vivir de renta de una teología liberadora cuyos
fundamentos teóricos fueron establecidos en un tiempo que ya no es el actual, y
que demanda estos nuevos abordajes y cruzamientos.
• En la
dimensión contextual
La dimensión contextual de nuestra
teología la reviste rostros y urgencias plurales, conforme a la irreductible
variedad de los diferentes lugares geográficos, sociales y humanos en los que
nos movemos. En este nivel, es cada teología la que siente mejor las urgencias
propias de su contexto y por tanto su agenda operativa local o regional.
De cara a una agenda global, el FSM es
un lugar ideal para percibir las urgencias mayores de nuestro contexto a nivel
planetario. En este seminario podemos discernirlas y escoger consensuadamente
las que nos parezcan prioritarias entre las que en el FSM hemos percibido.
Nosotros sólo sugeriríamos, sólo como un punto de partida para el debate, si se
acepta, estas prioridades:
-las víctimas la crisis económica
mundial,
-las víctimas (humanas y no) del
adveniente desastre climático (la Tierra, el agua, la comunidad de la vida, la
humanidad, el patrimonio cultural y espiritual acumulado...)
-las víctimas de los conflictos
inter-culturales e inter-religiosos...
-las víctimas de las guerras y las
armas.
• En la
dimensión «axial» (teologías «del otro mundo posible»)
Después de casi 50 años de teologías
liberadoras y 10 del Foro Social Mundial, creemos que hay suficiente claridad
como para dar un impulso notable a esta tercera dimensión, sobre cuyo eje se
viene curvando hace tiempo el horizonte. El «otro mundo posible» no es sólo el
que con nuestro esfuerzo queremos construir; es también una transformación
cultural radical que estamos experimentando, como resultado de un concurso de
fuerzas que no conocemos ni podríamos controlar, un verdadero tsunami cultural. Estamos -como vienen
anunciando los mejores observadores- en un «tiempo axial», en una trasformación
que contornea la realidad sobre un eje cuya exploración nos puede ayudar a
ajustarnos a su movimiento en la nueva dimensión. Sólo entrando decididamente
por esa conciencia de axialidad, podremos ayudar a construir el otro mundo
posible y su correspondiente teología, la «otra teología posible». Como
teólogos/as, hombres y mujeres especialmente vueltos hacia la amplitud mayor
del horizonte del futuro, necesitamos optar más decididamente por este tiempo
nuevo que ya vivimos, y como FMTL asumir conciencia de su carácter
verdaderamente «axial», y dar prioridad en esta segunda década de FMTL-FSM a
acompañar y secundar esa transformación axial, con todas las transformaciones y
rupturas que sean necesarias, que proponemos agrupar aquí en cuatro núcleos
paradigmáticos:
- El paradigma de género.
Acompaña a las teologías libradoras
desde el principio haciéndose presente en los movimientos y teologías feministas
(y también la wumanista, la mujerista, la teología de las mujeres africanas, la
de las asiáticas, y otras) con un conjunto de herramientas peculiares (como la
categoría de análisis “género”, que se ha convertido en un instrumento de
obligada referencia para toda teología) y un abanico de desarrollos temáticos
que han ido profundizando y enriqueciendo notablemente su propuesta, sobre la
corporalidad, la sexualidad, las orientaciones sexuales, el racismo, el
etno-racismo, la violencia de género, la marginación de la mujer, la
feminización de la pobreza, el cruce eco-feminismo, etc. Se puede decir que,
desde hace varias décadas, se trata de uno de los filones más eficientes y
activos de entre el conjunto del movimiento de las teologías de la liberación.
No se trata de un campo temático sectorial (unas teologías “de genitivo”), sino
una perspectiva de teología fundamental, que implica una transformación
transversal de todo el campo teológico y una afectación global a la vida: desde
la práctica más cotidiana, hasta la imagen misma de Dios y otros símbolos
religiosos, todo queda transformado por esta nueva perspectiva superadora del
patriarcalismo, del kyrialismo, del
racionalismo desgajado del oikos multi-relacional y holístico del que equivocadamente nos separamos en algún
momento de nuestra historia ancestral.
Aunque esta perspectiva y la Causa que
la mueve no es «asunto de mujeres», sino una realidad profundamente humana y
humanizadora, y aunque no hace falta ser mujer para sentir la necesidad urgente
de asumir decididamente esta Causa, creemos que son sobre todo las agrupaciones
específicas en esta línea teológica, presentes en este Foro, quienes con mejor
conocimiento de causa podrán proponernos las prioridades (tanto en contenidos
temáticos como en enfoques hermenéuticos) que deberíamos asumir para la agenda
teológica global que pretendemos elaborar en este FMTL. Y ello, no sólo porque
ellas son expertas en teología feminista, sino porque son las mujeres quienes
más sufren en propia carne el sexismo, y porque como teologías de la liberación
no sólo queremos hablar en favor de los pobres, sino acoger en nuestra teología
las voces de las personas a quienes la opresión silencia.
- El paradigma pluralista.
El inclusivismo actualmente hegemónico
en las Iglesias y en las teologías, no es más que una forma de exclusivismo
atemperado. Necesitamos terminar de cruzar el puente y pasar al nuevo
territorio emergente, el «pluralismo de principio». Nuestras religiones fueron
elaboradas en un tiempo en el que era posible el exclusivismo, la absoluticidad
y unicidad de cada religión. Ese tiempo se acabó, aunque las religiones se
empeñen en prolongarlo, con la complicidad con las teologías que todavía no han
despertado. El paso que se dio del exclusivismo al inclusivismo no resuelve los
problemas, sólo los pospone. Es la hora de reconstruir toda nuestra teología
sobre la evidencia del «pluralismo de principio», el fin del mito de la
superioridad religiosa de principio, y el desplazamiento del horizonte hacia
una «religación profunda», que nos sitúa más allá de los exclusivismos e
inclusivismos históricos.
Todavía, la mayor parte de nuestras
teologías son confesionales, inclusivistas y no pocas veces
cripto-exclusivistas; no están preparadas para dialogar y colaborar/intercambiar
con las otras religiones en pie de igualdad; no exploran la posibilidad de
hacer teología desde una responsabilización planetaria inter-religiosa, única
forma de posibilitar la convivencia fraterna de las religiones y una alianza de
todas ellas en favor de la Paz y del Bien Común de la Humanidad y del Planeta.
Sólo una teología así, axialmente
«pluralista», que abandone definitivamente los exclusivismos, las
superioridades, las auto-atribuciones de unicidad y absoluticidad, y la
consiguiente visión proselitista del mundo... podrá ser teología «axial», del
nuevo tiempo, una teología que asuma lúcidamente los ejes en torno a los que ya
está girando el mundo actual y abriéndose a otro tipo de conciencia.
Reconvertir toda la teología tradicional desde la nueva perspectiva pluralista,
podría ser una tarea prioritaria en la que podríamos proponernos converger
muchos de nosotros/as en estos (¿dos?) próximos años.
Y aunque se sale de nuestra área
estrictamente teológica, ¿deberíamos preguntarnos si el FMTL podría estudiar la
posibilidad de propiciar un Foro Macroecuménico de las religiones y tradiciones
espirituales, para unirse en el dar respuesta a la urgencia climática y
económica actual?
- El paradigma ecológico.
Una buena parte de nuestras teologías
siguen moviéndose en el imaginario elaborado por los relatos míticos religiosos
de la «historia de salvación (humana)», revelada en los últimos cuatro
milenios, ignorando lo que hoy sabemos sobre los 13.700 millones de años de
historia cósmica de este universo. Buena parte de nuestras teologías siguen
siendo todavía dualistas, imaginando que están ante un segundo piso superior,
sobre-natural, divino, eterno... para el cual hay que vivir, frente a este piso
inferior en el que estamos, natural, maligno y tentador, efímero, simple
despensa material de recursos utilizables. Siguen hablando nuestras teologías
-a veces un poco pudorosamente- de una salvación postmortal celestial del ser
humano, como si ese fuera el objetivo único de la vida humana. Sigue siendo una
teología antropocéntrica, que nos confina en nuestro software particular
desgajándonos y alienándonos respecto de la Tierra y el cosmos. Nuestra
teología no dejará de legitimar la destrucción de la naturaleza mientras no
cambie su visión. No dejaremos de destruir la naturaleza mientras no adquiramos
la convicción religiosa de que somos parte de ella.
Muchas religiones y no pocas de sus
teologías todavía tienen a lo divino y a lo sagrado confinado en la llamada
«transcendencia», concibiendo a Dios como «theos», como un «Señor» ahí fuera,
ahí arriba, dejando a este mundo privado
de divinidad e incluso de sacralidad, y sediento de reencantamiento.
El planeta se confronta con la sexta
extinción masiva de la vida. Ahora no por un asteroide, sino por el propio ser
humano. Con su sistema de vida, se ha convertido de hecho en una fuerza
geológica destructora de la biodiversidad a un ritmo mil veces mayor que antes
de la aparición del ser humano. Con la contaminación atmosférica estamos
provocando un calentamiento planetario -ya casi con seguridad- mayor de los 3º,
considerados el límite cuya trasgresión desencadenará un caos irreversible que
extinguirá masivamente la vida y la humanidad misma. Y nuestras religiones y
teologías, que no denunciaron esta orientación suicida durante los siglos
pasados, todavía hoy se muestran reticentes, lentas para asumir esta urgencia
de vida o muerte, que ya se cobra anualmente cientos de miles de víctimas, que
dentro de 20 años se calcula que llegarán al millón.
No poca teología todavía piensa que lo
ecológico es importante, pero que sería sólo un capítulo adicional a ser
encajado en el viejo esquema de pensamiento, el mismo que nos ha llevado al
ecocidio actual. Nos hace falta desarrollar esa teología con unas bases nuevas
que ya hemos iniciado; una teología oiko-centrada, que rompa con la vieja
distinción entre lo natural y lo “sobrenatural”, y que deseche la idea
estrictamente transcendente de la divinidad que desacraliza y despoja de
dimensión divina a la naturaleza; una teología que dialogue con la «ecología
profunda» y deje de entender antropocéntricamente la realidad como «historia de
salvación de la humanidad» y se oriente hacia un oiko-centrismo... Es decir, una teología axialmente nueva,
concebida desde esos nuevos ejes.
Deberíamos acordar introducir en
nuestra agenda teológica inmediata esta prioridad urgentísima de desarrollar
esta teología ya iniciada. Las teologías indígenas y feministas tienen mucho
que decir y que aportar en este campo.
- El paradigma post-religional.
Ya se ha hecho lugar común, incluso en
la sociedad civil, la crisis de la religión que ya alcanza a medio planeta,
mientras en la otra mitad una reviviscencia religiosa explota en nuevas
Iglesias, religiones, espiritualidades sincréticas y una avalancha
neo-pentecostal... ¿De cuál de estas dos mitades de la humanidad será el
futuro? Los datos tan contradictorios que observamos posibilitan los
diagnósticos más dispares. Pero alzando la mirada para ver el tramo más amplio
posible del río de la historia, parecería que a pesar de todas los meandros y
remolinos, el río como conjunto encamina sus aguas en una determinada dirección
global mayoritaria... Las poblaciones que salen de la pobreza y acceden a la
educación y a la cultura urbana moderna, pronto se resienten en su religiosidad
tradicional.
Contando como nunca con el apoyo de un
amplio espectro de ciencias de la religión, se somete a nuevo escrutinio
naturaleza y el origen de la religión y su mecanismos de funcionamiento; ya no
se la considera gratuitamente como el conocimiento privilegiado y el
instrumento de espiritualidad preferente o único que siempre se le consideró;
se distingue cada vez con más frecuencia entre religión y espiritualidad, y se
extiende por doquier la tesis de que las «religiones» -no la religiosidad, no
la «religación»- son también construcción humana, datada en el tiempo de la
revolución agraria, de matriz rural, y con posible fecha de caducidad ligada a
la desaparición de esa misma época agraria, desaparición que muchos analistas
creen estarse dando en nuestra actualidad. La espiritualidad, la religiosidad,
la «religación» es esencial al ser humano; las religiones, las formas concretas
que esa religación asumió en la época agraria no lo son, pueden transformarse
radicalmente, o incluso desaparecer...
Esta visión está ya presente en muchos
ambientes culturales y en las prospecciones antropológicas civiles de nuestras
sociedades. No está en el campo de visión de las instituciones religiosas, ni
de las masas populares con menor acceso a la educación. Se trata de uno de los
desafíos mayores, en los que se juega casi el todo por el todo de las
religiones. Se impone la urgencia de reevaluar la religión (una nueva reflexión
teológica sobre la religión, una nueva «teología de la religión»), de estudiar
a fondo la posibilidad de su anunciada superación (¿hacia un ser humano
a-religioso, o supra-religional?), y de dar efectivamente «prioridad a la
religación sobre la religión», poniendo a la teología efectivamente al servicio
de la religación, no de las religiones, como objetivo último.
Toda esta problemática (que llamaremos
«post-religional» para no decir post-religiosa, en cuanto que las personas no
pierden su dimensión religiosa profunda cuando abandonan los modos de las
religiones), incluye, entre sus múltiples contenidos, la reevaluación del
teísmo. Tenido por indubitable e imprescindible en buena parte de las
tradiciones, hoy rebaja su cualificación epistemológica, no sin que intervenga
en ello la convivencia ahora muy cercana entre religiones teístas y no teístas.
El eclipse de Dios y la crisis de la religión han adquirido ya dimensiones
epocales en Europa y el primer mundo en general, pero también en otros
Continentes bastantes sectores empiezan a sentirla, aun en medio de la
efervescencia neopentecostal. ¿No deberíamos plantearnos ya esta necesidad de
esa nueva reflexión sobre la religión misma, la urgencia de una relectura y
reconversión de lo religioso hacia lo «post-religional» (la espiritualidad más
allá de las religiones)?
En este desafío, la experiencia
europea nos parece ser un verdadero «lugar teológico». Su exposición en este
mismo seminario sobre la «crisis de la religión» y la «crisis de Dios» expresa
mejor y confirma esta problemática. Sin duda los teólogos/as europeos/as tienen
mucho que aportarnos a todos en este aspecto.
- El paradigma epistemológico.
El ser humano está cambiando en esta
dimensión tan sutil y difícil de percibir: cambia su forma de conocer, sus
supuestos acríticos, postulados y axiomas milenarios en los que se fundamentaba
sin saberlo, los modos de inferencia hasta ahora utilizados y las fuerzas y
dimensiones en ellos implicadas. Una revolución epistemológica que afecta a
todo el conocimiento, y mediante él, a todo lo demás.
Durante mucho tiempo hemos estado
instalados en un cómodo «realismo ingenuo» que postulaba la adaequatio rei et intellectus, una
correspondencia directa entre lo que pensamos o expresamos y la realidad. Hemos
venido interpretando en forma literal las creencias que vehiculan los mitos
religiosos, como si éstos fueran descriptivos de la realidad, porque habrían
sido revelados desde fuera por una autoridad absoluta... Hemos mantenido unos
lazos demasiado estrechos con la metafísica, el racionalismo y el
sustancialismo, al margen de lo evolutivo, lo caótico y lo procesual.
El nuevo paradigma epistemológico
considera que nuestro conocimiento no describe la realidad sino que simplemente
la modela, y que el conocimiento religioso es también construcción humana,
elaborado a base de metáforas aproximativas, que con el tiempo se vuelven
obsoletas, e incluso dañinas... Venimos asistiendo hace tiempo a la disolución
de la metafísica, lo que supone un una crisis radical de fundamentos, sobre
todo para la teología cristiana tradicional. Como otrora y en otro sentido
pidió Kant, el nuevo paradigma nos pide «despertar del sueño dogmático
religioso» que hasta ahora soñábamos. Estamos pasando del paradigma metafísico
y dogmático al paradigma epistemológico y hermenéutico. El mundo religioso
tradicional de creencias religiosas vehiculadas por mitos tenidos por
literalmente ciertos desaparece. La epistemología realista, ingenua, acrítica,
mítica, se va haciendo imposible en la nueva sociedad de conocimiento hacia la
que avanzamos. En no pocos lugares del planeta se está experimentando una
ruptura en la transmisión de las religiones: nuevas generaciones se sienten
incapaces de aceptar el legado de sus mayores. La religión ya no va a poder
consistir en «creer», en «someterse» a revelación venida de fuera, ni en
aceptar verdades o doctrinas... Tal vez vamos hacia una religión sin verdades,
sin doctrinas, reducida a su esencia: la «religación», la espiritualidad...
Todo lo que fue milenariamente elaborado y expresado mediante aquella
epistemología ancestral necesita ser reformulado.
El pluralismo cultural y religioso
creciente de nuestras sociedades añade una dimensión nueva a la nueva
perspectiva epistemológica: la interculturalidad. Nos hemos vuelto conscientes
de la limitación de toda tradición cultural, así como de la necesidad de
compensar su atávica tendencia centrípeta exclusivista. Se acabó el mundo de la
uniculturalidad, impuesta o hegemónica. Debemos pasar definitivamente a la
interculturalidad, o a la multiculturalidad... ¿Hay forma de encontrar un
terreno (categorías, lenguaje, epistemología...) común en el que nos podamos
encontrar para dialogar, para teologizar, y para la praxis histórica de
liberación?
Las nuevas ciencias, sobre todo la
cuántica, la cosmológica y las ciencias de la mente, continúan difundiéndose
imparablemente en la opinión pública y en los medios de comunicación, incluso
en sectores parecería que las preocupaciones de la gente son más primarias y
elementales... Muchas de las preguntas religiosas clásicas ahora parecen tener
que ver más con esas nuevas ciencias que con la religión. Muchas personas,
diariamente, optan por confiar el sentido de su vida más a la nueva ciencia que
a la religión. Se hace necesaria un replanteamiento de la teología en diálogo
con la ciencia. Es un tema candente y una prioridad inaplazable.
Una revolución epistemológica se viene
encima, urgiéndonos pues a una reevaluación de las seguridades de objetividad
que creíamos tener en religión, y a una reinterpretación de la religión más
netamente como religación, liberada de verdades, doctrinas, dogmas, morales,
cánones, institucionalizaciones... Un cambio verdaderamente axial. ¿No es un
buen momento para de proponernos afrontarlo a nivel global?
Sin duda, hay muchos otros enfoques
posibles, muchas otras categorizaciones, y también muchas otras visiones
locales sobre las prioridades globales, por lo que esta propuesta podrá ser
complementada y corregida. Desde la EATWOT/ASETT, con toda modestia, ofrecemos
esta nuestra visión, para el debate en el FMTL, tal como se nos ha solicitado.
José María VIGIL
Comisión
Teológica Internacional
de
EATWOT/ASETT
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