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Promesas de esperanza para nuestra nación

Zacarías 8, 1-12

Antonio Salomón MEDINA FUENTES


 

 

PREMIO DEL CONCUSOR DE "PÁGINAS NEOBÍBLICAS 2015"

 

El Dios-Diosa de la Vida, nos ha estado enviando desde hace mucho tiempo el siguiente mensaje:

• Así dice El Señor de la Justicia: Me siento suspicaz por ustedes, mi Pueblo, que lleva uno de mis Nombres. Me he sentido terriblemente pelusero por todo lo que ocurre en la tierra que vio nacer a Oscar Arnulfo Romero Galdámez. ¡Tanto así, que me indigna el estado en el que están, y eso me hace sentir triste e inconforme! Tengo sentimientos encontrados por todo lo que acontece y afecta a la Región Centroamericana y a todo el mundo que dice creer en Mí.

• Así dice El Señor de la Solidaridad: Necesito regresar con ustedes, vivir con ustedes, encarnarme en su historia, para mostrarles el camino de la fidelidad, de forma que toda la Región y el mundo exclamen: ¡éste es un Pueblo que está empeñado en garantizar los derechos humanos básicos de sus habitantes!, que sí demuestra el Amor al prójimo, un pueblo en el que se nota que se ven como hermanas y hermanos, demostrándolo con sus acciones y actos de fraternidad.

• Así dice El Señor de la Paz y Reconciliación: Nuevamente veré que las personas de la tercera edad podrán sentarse a platicar y recordar sus buenos tiempos, al calor de un atol, en los alrededores de las calles, plazas y parques, sin que se les vea como una carga, ni mendigando, o imbuidos en algún tipo de adicción; serán vistos como iguales: personas que contribuyeron en la vida productiva de nuestro país y continúan contribuyendo con su experiencia y cuidados; a ellas y ellos se les verá con ternura y respeto.

Esas mismas calles, plazas y parques, estarán llenas de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, conviviendo de manera armoniosa, jugando, compartiendo con sus familias, donde ya no hay miedo ni desconfianza; donde la seguridad pública cumple su papel, signo de que el tejido social está restablecido; donde existe un diálogo abierto, franco y sincero entre las generaciones nuevas y las que ya dieron su aporte.

• Así dice El Señor de la Verdad: Por el momento, lo anterior pareciera una imagen ideal, algo muy lejano, que no es posible... Pero recuerden que ¡soy un Hacedor de lo imposible! ¿Acaso han dejado de creer en Mí? Yo continúo creyendo en Ustedes, debido al infinito amor que les tengo. No es posible que se den por vencidos en este momento tan importante de su Historia, que también es Mi Historia: ¡les he dado la capacidad de crear leyes y políticas públicas que les beneficien a todos, para el bien común! No bajo una visión opresora; más bien, fundamentadas en la tan anhelada Justicia Restitutiva.

• Así dice EM>El Señor de las y los Migrantes: ¡Ya basta de tanta diáspora! Es necesario que regresen, para que puedan contribuir desde acá con todo lo bueno que han aprendido en otros países. Es necesario hacer a un lado el madeinchismo y explorar las oportunidades que se abren desde aquí. ¡Excluyan de sus vidas al dios mamón! Lo adoran ustedes cayendo seducidos por las estrategias de consumo y derroche de bienes y recursos... ¡Permitan que Yo les libere! Ya que los costos sociales de su partida se han hecho evidentes en sus familias de origen, si el interés primordial ha sido mejorar las condiciones de vida de quienes aman, es preciso que no se excluyan ustedes mismos, ni vean fuera de sus núcleos familiares, son su sangre y carne. Sería como si se negaran a sí mismos.

Debo repetirlo, ser enfático y claro: ¡Ustedes son mis Hijas e Hijos y Yo soy su legítimo Padre–Madre! Vivo, respiro, camino, trabajo, me siento a la mesa, me alegro, lloro y sufro con ustedes, escucho sus plegarias. Aun cuando pareciera que estoy en silencio, pongo atención a cada una de sus palabras, no los dejo en el total abandono. Pero es necesario que se reconozcan como lo que son. Es vital mirar que no existe un Yo sin un Vos o Tú. Esto a veces depende del nivel de autoconocimiento que se asuma.

• Así dice El Señor de la Vida: el trabajo es una bendición para todo ser viviente. Por ello es importante que escuchen y traigan a la memoria las vidas y palabras de sus mártires: palabras de Justicia y Paz, que pueden ayudar a construir una sociedad más equitativa y tolerante. Sobre ellas debería estar cimentada toda confesión de fe, más allá de las infraestructuras religiosas físicas e ideológicas, que me han decepcionado y no me han dado honor realmente.

La explotación y sobre-explotación impuestas por los que controlan de facto este sistema idolátrico, nos negaban desde un inicio nuestros derechos básicos y compromisos laborales, entre ellos lo necesario para vivir, sin responsabilidad patronal, seguridad social y pensión para la vejez, lo que también se hacía extensivo hacia mis otras criaturas, formas de vida que también creé, a quienes el sistema trataba también de manera impropia, despiadada e implacable.

Contribuyamos a una agricultura auto-sostenible, sin químicos que afecten de manera negativa al envenenamiento de la tierra y el calentamiento global, renovando así esta Casa que construí para que habitemos como hermanas y hermanos en perfecta Unidad.

Pero ahora ya es tiempo de cambiar la manera de relacionarnos, ustedes Conmigo, y entre ustedes como Pueblo. Es el momento de sembrar el maíz y el frijol que traen sustento y dan vida con sus frutos, que traen fuentes de empleo y sustentan nuestra economía local, regional y mundial, en otras palabras: la Paz y la Seguridad que tanto soñamos, por el momento.

 

Antonio Salomón MEDINA FUENTES

EL SALVADOR, CENTRO AMÉRICA

 


 



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