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Deuda externa, ¿y la deuda ecológica?

Julio Alexander Parra Maldonado


 

Actualmente, los países del Sur del planeta estamos en deuda con los acreedores mundiales, públicos y privados. Es una deuda grande, Venezuela debe alrededor de 22.000 millones de dólares, y que requiere para el cumplimiento de este compromiso de un alto porcentaje de los recursos de estos países, bastante golpeados por la pobreza y el no-desarrollo humano de los mismos.

Con motivo de la reciente Reunión de Verano del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional celebrada en Washington, se discutió el impacto de la Deuda Externa en la economía global. Simultáneamente un numeroso grupo de representantes de movimientos y organizaciones no gubernamentales escenificaron protestas frente al sitio de la Reunión, exigiendo un cambio radical en los mecanismos de estos organismos que representan los prestamistas y principales acreedores de la Deuda Externa. El tema no es nada fácil, es complicado su análisis y mucho más difícil plantear soluciones.

Este asunto no es solo económico, por sus implicaciones y su impacto social debe ser producto de un abordaje amplio y donde participen todos los afectados, acreedores y deudores. Pero no solo debemos, el desarrollo del Norte también debe al Sur "atrasado". También hay otro análisis posible.

Algunos autores y diversos movimientos sociales, como los indígenas y los ambientalistas en Latinoamérica, se refieren a la Deuda Ecológica como aquella que tiene el Norte con el Sur a cuenta del comercio ecológicamente desigual y del uso desproporcionado de servicios ambientales hechos históricamente por el Norte. De esta forma estaría estableciéndose una justa retribución por el uso que se le han dado a los recursos planetarios en perjuicio del desarrollo del Sur.

En efecto, la cuestión no es sólo ajustar la economía financiera a la economía productiva, sino ajustar ésta a una verdadera economía ecológicamente sustentable. Como no ha sido así, como durante siglos ha habido una explotación del Sur por el Norte, cabe reclamar una Deuda Ecológica. Esta tendría los siguientes orígenes:

a) A cuenta del Comercio Ecológicamente Desigual:

- Los gastos no pagados de mantenimiento del «capital natural» exportado (por ejemplo, al exportar productos agrícolas también se exportan nutrientes, que son aquellos elementos químicos esenciales para la vida, como: carbono, oxígeno, hidrógeno, nitrógeno azufre y fósforo) que no han sido repuestos.

- Los gastos no pagados para compensar los daños locales producidos por las exportaciones de algunas materias primas extraídas en los países del Sur para satisfacer los mercados en el norte industrializado (por ejemplo, contaminación con mercurio al exportar oro, contaminación con dióxido de azufre al exportar cobre).

- Los costos actualizados de la no-disponibilidad futura de recursos agotables para el consumo de las poblaciones futuras del sur (tales como el petróleo, pero incluyendo también otros como la caoba y otras especies forestales).

b) A cuenta del uso desproporcionado de servicios ambientales por el Norte expresados en sus altos niveles de consumo, a costa del Sur.

- Lo que se ha dejado de pagar, no sólo por las materias primas que incorporan biodiversidad, sino también por los conocimientos sobre semillas agrícolas, plantas medicinales, conocimientos tradicionales, etc.

- Los gastos no pagados en compensación por los daños de las importaciones de residuos sólidos o líquidos que son dañinos (y que en algunos casos están prohibidos en el Norte).

- Los gastos no pagados a cuenta del uso de espacio ambiental para depositar residuos gaseosos como el dióxido de carbono (principal gas de efecto invernadero), y cuyos principales generadores están en el Norte industrializado.

Actualmente se están realizando estudios sobre una posible cuantificación de esta Deuda Ecológica. También se estudia la implementación de impuestos verdes para restituir la deuda ecológica. Así, no sólo puede discutirse el no-pago de la deuda externa, sino que, podría discutirse la reclamación de la Deuda Ecológica. En este aspecto es positivo resaltar los acuerdos de la Cumbre Mundial de la Tierra celebrada en Río en 1992, sobre el pago de la conservación de los Reservorios de Biosfera, que se encuentra en su gran mayoría en los países del Sur, aunque aún no se hayan implementado efectivamente.

Es el momento de plantearnos alternativamente las relaciones de poder en el mundo, estamos en un mismo barco que esta llevando desigualmente las cargas. Desde nuestros países debemos asumir estos problemas y decidir cuanto estamos dispuestos a seguir cargando, a costa de nuestro presente y nuestro futuro. Queremos economías modernas, pero más debemos querer pueblos educados, saludables y conscientes de sus capacidades para labrarse su futuro. Que no decidan por nosotros en el FMI o el Banco Mundial, que no protesten por nosotros los movimientos sociales de los países del Norte, no deben nuestras organizaciones sociales de desarrollo seguir esperando las directrices del Norte. De nada sirve que adelantemos proyectos de "desarrollo" si vamos a seguir dependiendo de un mundo signado por las decisiones del Norte.

La Deuda Externa existe, es real y si no pregunten a los gobiernos cuanto representa en los presupuestos nacionales. Pero, ¿y la Deuda Ecológica?.

 


Dirección General de Cultura y Extensión
Cátedra de la Paz y Derechos Humanos
"Mons. Oscar Arnulfo Romero"
htpp://www.geocities.com/catedradelapaz

 

Un impuesto del 4% sobre el patrimonio de las 225 personas más ricas del planeta, recaudaría 40 mil millones de dólares. Si se invirtiera esa cantidad durante 10 años se solucionaría el acceso universal al agua potable (1 300 millones no tenían acceso a ella en 1997), el acceso universal a la educación básica (1.000 millones de personas son analfabetas), el acceso universal a los cuidados básicos de salud (17.000.000 de niños mueren cada año de enfermedades fácilmente curables), el acceso universal a una alimentación adecuada (2.000 millones de personas sufren anemia), el acceso universal a infraestructuras sanitarias el acceso universal para las mujeres a cuidados ginecológicos y de Obstetricia- (PNUD,1998).

 

 


 



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