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PT: ¿Unción de enfermos, o extremaunción?

2005-03-11


  La Iglesia Católica trata a los enfermos con el sacramento de la unción de los enfermos para para enfermedades leves y con la extremaunción para enfermedades mortales. Es evidente que el PT, Partido de los Trabajadores brasileño, está enfermo. ¿Es una enfermedad para unción de los enfermos o paraextremaunción? Estimo que la enfermedad está pidiendo la extremaunción. A no ser que decida cambiar de médico y tomar los remedios adecuados. Curiosamente quien está a su cabecera es un médico, el ministro de Hacienda, que le está administrando medicinas equivocadas que probablemente lo llevarán a la muerte.

¿Qué es lo que está matando al PT para tener que darle la extremaunción? La forma como trata la llaga mortal que afecta a la gran mayoría del pueblo brasilero desde hace siglos: el flagelo de la miseria y de la exclusión. Por lo menos 1/3 de la población vive condiciones inhumanas, al lado de un grupo razonable de gente que dispone de lo necesario para vivir, y de un pequeño porcentaje de muy ricos que acumulan en uno de los niveles más altos del mundo. Hace ya 25 años que el PT se propuso conquistar el poder para hacer el cambio necesario. Su candidato era el más representativo: hijo del caos social y sobreviviente del hambre, carismático, cordial, “buena gente”, como tantas personas del medio popular. Y llegó. Una victoria de ese mismo pueblo que esperó tanto y luchó todavía más.

¿Hizo entonces los cambios prometidos? ¡Qué cambios! Consiguió una proeza: transformar el Partido de los Trabajadores en el único Partido neoliberal de los Trabajadores del mundo. No sólo asumió la macroeconomía neoliberal sino que la radicalizó con una preocupante tasa de iniquidad social y ambiental. Ahora se mata y se desforesta temerariamente con tal de traer dólares. No para pagar la deuda social sino la deuda monetaria. El Gobierno, más que cuidar del pueblo, gerencia las monedas, pues en este tipo de macroeconomía lo que realmente cuenta no son las personas sino los números y las monedas.

Admitámoslo: se ha hecho mucha cosa buena. En este Gobierno hay más ética y transparencia que en cualquiera de los anteriores. Nunca se había visto tantas camarillas de corruptos desmanteladas. Los 26 millones de beneficiarios de Bolsa Familia han pasado del infierno al purgatorio y se sienten como si estuvieran en el cielo. No son pocos los que también dicen con cierta vergüenza: me gustaría recibir un trabajo y no una limosna. En verdad, la asistencia social significa apenas el 5,5% del total de los gastos sociales, mientras la mayor tajada del PIB va para los Bancos, cuyas arcas están reventando de dinero.

El error de esta política social reside en que es solamente distributiva y nada redistributiva, es decir, no quita a los ricos y lo pasa los pobres. Los ricos pueden seguir acumulando sin tener que cambiar en nada su voracidad. Y aplauden felices.

El cambio que esperábamos y merecíamos era un plan Marshall para el pueblo. Sí, la devastación que la miseria produce en el pueblo desatendido durante siglos solamente podría acometerse con un valiente plan Marshall económico, social y cultural. El Gobierno prefirió ser superortodoxo, escuchar con devota atención las lecciones de los faraones del FMI y del Banco Mundial, a tener compasión del clamor de los oprimidos de nuestro Egipto.

El PT está dejando de ser el instrumento del cambio. Prolonga los dominadores de antes, pero de peor forma, porque usa los símbolos y el lenguaje de los Moisés libertadores. Todavía tiene tiempo para cambiar. Si no, pediremos que venga el cura con el óleo santo de la extremaunción. Y le cantaremos el «Dies irae, dies illa»… de la vieja liturgia de la antigua Iglesia.

 

Leonardo Boff




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