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Metáfora del posmoderno

2004-07-23


  En Brasil, en esta época del año -pleno invierno-, se abren en flor los ipês -el árbol nacional del país-, los cerezos japoneses y los melocotoneros. En ciudades del sur principalmente, estos árboles adornan calles, avenidas y parques. No es que siempre se los cultive con un sentido ecológico, o sea, junto con otras plantas de su género y en ambientes adecuados.

Tiempo atrás, en una visita a mi familia en Curitiba, en el Estado de Paraná, encontré un melocotonero gravemente agredido en el famoso Ensanche del Rosário. Solitario, en un rincón, se veía que sufría de descuido y abandono. Mientras mis hermanas tomaban un helado de fruta, yo, movido de compasión budista, asumí los dolores del melocotonero. Y vi en él una metáfora. En una servilleta escribí estos versos que titulé:Y respondió sonriendo,

¿Melocotonero? Sí, el melocotonero.

Lo condenamos a la soledad

sin ningún compañero.

Rodeado de cemento y piedra,

y un poco de tierra como alimento.

Pusimos vigilantes

para que no vea ni hable:

edificios rutilantes

que impiden que irradie

sonrisas a los que pasan.

Y ahora respira el bochorno

de la ciudad sin su encanto.

Los perros marcan espacio en él;

la savia, amordazada

y él, sin hojas, con sólo un brazo.

Lleno de penas, todo exprimido,

su vida es un duro martirio,

Pero sufre sin gemir

cual Cristo vivo y crucificado.

¿Quién dará al absurdo un sentido?

¿El viento? La pared se lo tragó.

¿El sol? La sombra se lo robó.

¿La lluvia? La nube se la llevó.

¿El cuidado? Nunca se vio.

¿La poda? Casi lo mató.

Y él, el melocotonero,¿el prisionero?,

concentró la poca fuerza que tenía

y rehizo todo su cuerpo.

Miró alrededor, escudriñó el cielo,

y entonces: floreció, floreció altanero.

Al odio, dio la flor.

A la mano que le hería, el vigor.

Al bochorno, el cielo de añil.

A los que pasan, su suave olor.

A la ciudad maldita, la floración primaveral.

¿No es una metáfora de la condición humana en la posmodernidad? ¿No es semejante al melocotonero, solitario y cortado de toda relación cordial? Aun así, el posmoderno, como el melocotonero, también es desafiado a ser humano, en la medida en que consigue sacar sonrisas de sus penas y flores de sus infortunios: simplemente florecer y florecer.

 

Leonardo Boff




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