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Pan y belleza

2004-06-11


  A principios de mayo comenzó en el Centro de Defensa de los Derechos humanos de Petrópolis, entidad que existe hace más de 20 años, el proyecto «Pan y belleza». Muchos son los frentes de trabajo del Centro, como el «Pro Vita», de protección a los testigos amenazados de muerte, mujeres que sufren violencia y que haciendo y comercializando comida mejoran sus ingresos, un proyecto de arte y educación para jóvenes en riesgo, que confeccionan bellísimas tarjetas ecológicas, asistencia jurídica en los suburbios y la cooperativa de construcción de casas populares (ya fueron construidas más de 300). Pero el proyecto «Pan y belleza» concreta la visión de ser humano subyacente a todos los proyectos, una visión que ve el ser humano con muchas dimensiones que deben ser atendidas de modo integrado. El ser humano tiene hambre de pan y por eso necesita comer y cuidar de su salud. Pero también tiene hambre de belleza, o sea, de reconocimiento, de instrucción, de participación en bienes culturales como escuchar música, ver algún video, producir alguna cosa y concientizar sus propios derechos. Pues ése es el propósito que el proyecto «Pan y belleza» trata de realizar.

Se trata de ofrecer diariamente a cerca de trescientas personas que viven en la calle, y solamente a ellas, un almuerzo abundante y de calidad, por un peso, un real. Y simultaneamente, la posibilidad de satisfacer la dimensión de belleza: transitar por varios espacios, deternerse y participar de actividades como ser alfabetizado, conversar sobre sus problemas, escuchar historias, ver y discutir un video juntos, escuchar música... y otras. Incluso dormir, pues dormir en la calzada (ellos no quieren que se diga que duermen en la calle, sino en la calzada, pues en la calle duermen los mendigos embriagados) es siempre muy peligroso. Y todo se hace en una atmósfera de acogida, con educadores preparados que se orientan por la pedagogía del cuidado.

Con sólo un mes de funcionamiento, ya se observa una irradiación bienhechora que envuelve a los propios usuarios, que se descubren como personas y que comienzan a cambiar. Lógicamente, se dan fenómenos curiosos: algunos comen montañas de comida (pueden repetir) como si quisiesen comer por ayer, por hoy y por mañana... Algunos, llegan hasta desmayarse. Otro, después de tres días, se levanta en medio del refectorio y dice a los compañeros: ahora sé que también soy persona, pues he entrado aquí y me estrecharon la mano; hacía 15 años que nadie me había estrechado la mano. Otro vio en la mesa de al lado a un compañero que lo había asaltado tres días antes y le había quitado un capote. Llamó a la coordinadora y le dijo: voy a llamar a la policía para agarrar a ese ladrón. La coordinadora le explicó que no, que allí es diferente, pues allí creemos que el ser humano es capaz de corregirse. La coordinadora fue al que había robado el capote y le preguntó si estaría dispuesto a devolvérselo al otro, pues la pieza robada estaba allí, a la vista. Él aceptó. La coordinadora los presentó uno a otro. Fue devuelto el capote. En ese momento, el que había sido robado comentó: has debido tener frío, porque no has vendido el capote. El otro respondió: sí, estoy pasando mucho frío. Entonces el robado le dijo: bueno, yo tengo otro capote, puedes quedarte con ése. Y se abrazaron.

Se supo que uno de ellos estaba de cumpleaños aquel día. Se improvisó un pastel y todos cantaron la felicitación. Él se levantó y dijo: yo estaba solo en el mundo; ahora sé que tengo hermanos y hermanas y que aquí está mi familia. Soy pobre, pero puedo ser feliz.

Una convicción crece en nosotros: nada está perdido; todo puede ser rescatado si hay bondad amorosa y cuidado.

 

Leonardo Boff




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