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El ethos que busca

2003-07-11


  Fue obra de la razón crítica, articulada por los geniales filósofos Platón y Aristóteles, realizar el salto del \"daimon\" (la percepción ética de base) al \"ethos\"(sistema racional de principios). Con eso comenzó una gran aventura intelectual bajo cuya vigencia, aunque en su ocaso, estamos todavía. Con más de dos milenios de distancia, vamos a tratar de hacer una lectura de ciego, captar las relevancias, e identificar el perfil básico del ethos de nuestra civilización.

La ética siguió el destino de la razón. La naturaleza de la razón es buscar y el ethos será un ethos que busca. La razón no se detiene ante nada, por eso es esencialmente desacralizadora. Su expresión completa se realiza a través de la razón instrumental-analítica cuyo producto principal es la tecnociencia con la civilización que ha creado, hoy mundializada. Tiene un inmenso alcance pero también tiene límites.

En primer lugar, olvidó el Ser (el todo) y se concentró en el ente (parte), considerándolo la “realidad”, fuera de la cual nada existe. El reflejo en la ética fue que no se atendió más la “voz interior” (degradada a superyo psicológico, a interés de clase) para oír solamente la voz de afuera, internalizada, de la norma y el orden.

En segundo lugar, siendo ilimitados los entes, también son ilimitados los saberes, olvidados de que son partes de un Todo. Realidad fragmentada, generó un saber fragmentado y una ética fragmentada en incontables morales, para cada profesión (deontología), para cada clase y para cada cultura.

En tercer lugar, separó lo que en la realidad siempre va unido: Dios y mundo, razón y emoción, masculino y femenino, justo y legal, privado y público. La ética fue dividida en pública y privada, de las intenciones y de los principios, de los medios y de los fines.

En cuarto lugar, el saber fue puesto al servicio del poder y el poder usado como dominación. La ética se hace instrumento de normatización del individuo, forzado a introyectar las leyes para insertarse en la dinámica del proceso social, leyes por las que es fiscalizado y hasta castigado. La sociedad se funda menos en la ética y en la ley que en la legalización de las distintas prácticas personales y sociales aceptadas socialmente.

En quinto lugar, fundada solamente en la razón crítica, la ética no consiguió consensos mínimos, asumibles por todos. Los imperativos categóricos como los de Kant, “trata al ser humano siempre como fin, nunca como medio” y “obra de tal manera que la máxima de tu acción pueda servir de norma para todos”, permanecieron abstractos. Son principios de la razón ilustrada, no de la común de las mayorías.

En sexto lugar, reservada sólo al ámbito de la razón, la ética perdió el horizonte de trascendencia que viene del espíritu y de su obra que es la espiritualidad, esa dimensión de la conciencia que permite al ser humano sentirse parte del Todo y abrirse a Él. Sin espiritualidad la ética se convierte fácilmente en moralismo y la ley en legalismo.

En séptimo lugar, la ética perdió el corazón y el \"pathos\", la capacidad de sentir en profundidad al otro. Es solipsista, centrada en sí misma. La ética surge y se renueva cuando emerge el otro, con quien convivo. Ella no presenta instrumentos internos que nos permitan dar respuesta a los grandes retos actuales que atañen al futuro de la vida y de la humanidad. Necesitamos de un ethos que no sólo busque, sino que también ame y cuide.

 

Leonardo Boff




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