Religiones y derechos humanos: contencioso histórico
Juan José Tamayo
Las religiones nunca se han llevado bien con los derechos humanos. Unas
y otros han estado en permanente conflicto. Precisamente la actitud de
las religiones hacia los derechos humanos es hoy uno de los criterios
decisivos para reconocer su relevancia o irrelevancia social, su
significación o insignificancia ética, su aceptación o rechazo en la
sociedad. En este artÃculo analizaré, primero, las dificultades y los
problemas de las religiones con la teorÃa y la práctica de los derechos
humanos, para, a continuación, mostrar las aportaciones que las
religiones pueden hacer a los derechos humanos a partir del testimonio y
del mensaje de algunos de sus lÃderes.
AntropologÃa pesimista. Las religiones tienden a considerar a
los seres humanos dependientes de su creador, sin autonomÃa en su modo
de ser, pensar y de actuar. La persona es pecadora a los ojos de Dios y
necesita redención. La imagen que las religiones tienen del ser humano
suele ser pesimista y negativa. Éste difÃcilmente puede ser portador de
dignidad y sujeto de derechos. Más bien lo es de deberes y obligaciones,
expresados en los distintos códigos religiosos en forma de prohibiciones
y de castigos, no sólo temporales, sino también eternos. Para que las
religiones reconozcan a los seres humanos como sujetos de derechos
tienen que cambiar de concepción antropológica. De lo contrario,
seguirán estando en las antÃpodas del paradigma de los derechos humanos.
Fundamentalismo. El fundamentalismo religioso contrapone el
derecho divino a los derechos humanos y reconoce a aquel: a)
superioridad, al haber sido revelado por Dios; b) inmutabilidad en razón
de su origen divino; c) plenitud, ya que posee todos los elementos
necesarios para la consecución de sus fines; d) universalidad, ateniendo
al carácter universal de la revelación.
Jerarquización de los seres humanos en función de las creencias.
Las religiones tienden a establecer diferencias entre los seres humanos
en función de las creencias; diferencias que, a la postre, desembocan en
desigualdad y generan procesos de discriminación y exclusión. Se
distingue entre creyentes de la propia religión y creyentes de otras
religiones. Los primeros son considerados elegidos por Dios y gozan de
todos los privilegios que la divinidad tiene reservados a sus fieles.
Los miembros de otras religiones son tenidos por inferiores y son objeto
de castigos. Las diferencias se tornan más acusadas todavÃa entre
creyentes y no creyentes, llegándose a afirmar que estos se encuentran
en el error y no pueden ser sujetos de derechos, conforme a la lógica
agustiniana: «el error no tiene derechos».
Otra tendencia es a establecer rÃgidas jerarquÃas en el seno
de las religiones entre las autoridades. que dicen representar a Dios y
los fieles creyentes, que deben acatar sumisamente y poner en práctica
de manera escrupulosa las directrices emanadas de lo alto. Los primeros
gozan de todos los derechos; para los segundos todos son deberes.
Conflictos en el plano institucional. En el plano
institucional se producen permanentes conflictos entre el poder
legislativo y las autoridades religiosas, que tienen por inmodificables
determinados principios morales que, a su juicio, pertenecen a la ley
natural. Las autoridades religiosas suelen oponerse a leyes sobre el
divorcio, la interrupción voluntaria del embarazo, el matrimonio de
homosexuales, la investigación con células madre embrionarias, al tiempo
que no reconocen legitimidad a los representantes del pueblo para
legislar sobre esas materias.
Transgresión de los derechos humanos en el interior de las
religiones. Las religiones se resisten a defender y reconocer los
derechos sexuales y reproductivos y a practicar los derechos humanos en
su seno, alegando que deben obedecer los preceptos emanados de sus
respectivos textos sagrados, que expresan la voluntad de Dios, y no
tienen por qué someterse a declaración humana alguna de derechos.
La mayor dificultad de las religiones para con los derechos humanos
está en su propia organización, que no es democrática, sino
jerárquico-piramidal, hasta el punto de transgredir constantemente
los derechos humanos en su seno alegando, en el caso de la Iglesia
católica, que a) es de institución divina, b) se mueve en el terreno
espiritual, y no polÃtico, y c) su funcionamiento no es equiparable al
de otras instituciones civiles. Yo me pregunto: ¿Cómo puede querer Dios
la democracia y los derechos humanos en la sociedad y no en las
instituciones religiosas?
LÃderes religiosos en defensa de los derechos humanos. Pero
esta es sólo una cara de las religiones. Hay otra que se traduce en la
defensa de los derechos de los empobrecidos y excluidos por mor de la
globalización neoliberal y de cuantas personas y colectivos son
marginados por razones de género, religión, etnia, cultura, clase
social, identidad sexual, etc. No pocos de los lÃderes que trabajan en
defensa de los derechos humanos y de la justicia social en el mundo
pertenecen a distintas tradiciones religiosas y espirituales y, con
frecuencia, basan su lucha en las creencias religiosas que profesan.
En el cristianismo destacan varias personalidades. Luther
King asumió la resistencia no violenta contra la discriminación
racial y la defensa de sus derechos civiles. Lideró la marcha de 29 de
agosto de 1963 a Washington, donde pronunció su emblemático discurso
«Tengo un sueño», en el que llamó a luchar por la justicia y por todos
los derechos de los seres humanos y contra la pobreza en que vivÃan las
personas negras. En 1968 fue asesinado.
Para Desmond Tutu, la base del igualitarismo de la Biblia
radica en la idea de que todo pertenece a Dios y de que todos los seres
humanos tienen igual dignidad. A partir de ese principio protagonizó la
lucha contra el apartheid y por la igualdad de derechos de
blancos y negros en Sudáfrica.
Monseñor Romero denunció los abusos del gobierno salvadoreño
que legitimaba la violencia hasta convertirla en uno de los pilares del
Estado y mantenÃa a las mayorÃas populares en una situación crónica de
pobreza estructural. Condenó a los escuadrones de la muerte, al Ejército
y a los gobernantes (católicos) por la represión llevada a cabo contra
la población campesina. Defendió un cambio de estructuras que permitiera
un mejor reparto de la riqueza e hizo constantes llamamientos a la
reconciliación. El 24 de marzo de 1980 fue asesinado.
Ignacio EllacurÃa fue uno de los principales teóricos de los
derechos humanos de la teologÃa de la liberación y uno de sus más
comprometidos defensores en El Salvador. Los derechos humanos son algo
debido a toda persona y vienen exigidos por la unidad real de lo humano.
Su disfrute o carencia condicionan sobremanera el desarrollo de cada
persona. La liberación integral de las mayorÃas populares constituyen el
ámbito de su defensa y ejercicio. Murió, asesinado, junto con sus
compañeros y dos mujeres en 1989.
En el islam son numerosos los lÃderes religiosos comprometidos
en la defensa de los derechos humanos desde el interior mismo de la fe
musulmana. Muhammad Jatami, presidente de la República Islámica
de Irán (1997-2005) aboga por el diálogo de civilizaciones y considera
que los derechos humanos son uno de los mayores logros del mundo actual,
que la democracia no tiene significado sin su reconocimiento y que deben
ser respetados los valores religiosos y culturales. En la defensa de los
derechos humanos, especialmente de las mujeres, destacan también
Fátima Mernissi y Shirin Ebadi: la primera, por sus
investigaciones históricas sobre el origen de la misoginia en el islam y
por su crÃtica de la discriminación de las mujeres en el mundo musulmán;
la segunda, por su compromiso con los derechos humanos, especialmente de
los niños y niñas, y por la liberación de las mujeres en Irán desde el
interior del islam.
Dentro de la tradición hindú brilla con luz propia Gandhi,
que defendió los derechos humanos a través de la resistencia cÃvica y de
la no violencia activa teniendo como fundamentos de su lucha el deber y
la fe en Dios. La obediencia a la ley divina exige resistir a las leyes
injustas. La protección de los derechos humanos es, para él, inseparable
de la de derechos de la naturaleza y de los animales. Fue asesinado en
1948.
La vieja tradición de la hospitalidad y de proteger a la viuda, al
huérfano y el extranjero sigue viva hoy en el judaÃsmo y se
expresa a través de movimientos que luchan contra la ideologÃa
discriminatoria del «pueblo elegido» y la «tierra prometida», y de
mujeres judÃas que lideran la lucha por su emancipación en el movimiento
feminista.
En el budismo hay movimientos y personas que reformulan sus
principios éticos en el horizonte de los derechos humanos, siguiendo la
tradición del Buddha, que defendió la igualdad de todos los seres
humanos y se opuso a la estructuración de la sociedad en castas. Dos
ejemplos luminosos son el monje vietnamita Thich Nhat Hanh, que
sensibiliza a sus seguidores en la conciencia de la fraternidad y el
Dalai Lama, uno de los principales referentes mundiales en el
trabajo por la paz y el diálogo interreligioso.
Juan José Tamayo
Madrid, España
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