TODOS TENEMOS EL MISMO DERECHO
A LA TIERRA
João Pedro Stédile
El derecho a la tierra puede ser analizado en función de cómo las
sociedades a lo largo de la historia han organizado sus leyes para
distribuir el derecho a la tierra entre sus miembros... o desde el punto
de vista biológico: cómo nuestra reproducción en cuanto seres vivos
depende del acceso a las tres fuentes básicas de la energÃa, que son
sol, agua y tierra. Aquà vamos a tratar el tema bajo la óptica de la
economÃa polÃtica, que trata de analizar cómo la sociedad fue
organizando el derecho al uso y propiedad de la tierra. En la academia y
en la literatura económica este tema es conocido como la «cuestión
agraria».
Desde que surgimos como homo sapiens hace aproximadamente 200
mil años, los seres humanos, sabios, comenzaron a organizarse en grupos
sociales y siempre vivieron en colectivo. En los principios de la
civilización se organizaron como comunismo primitivo. Todos tenÃan
derechos iguales. Todos trabajaban, y compartÃan los bienes según las
necesidades de cada persona y familia. La tierra era vista como una
morada común, colectiva, ante la que todos tenÃan derechos iguales para
usarla, habitarla, cultivarla. No tenÃan el sentido de propiedad. La
mayorÃa de los grupos eran nómadas: cuando la naturaleza de la tierra no
daba abasto ya a sus necesidades, emigraban a otro lugar.
Con el aumento de la población y la escasez de bienes de la
naturaleza, comenzaron las disputas entre los grupos humanos por un
mismo territorio. Y esas disputas se resolvieron por la fuerza fÃsica.
El resultado fue el surgimiento de un nuevo modo de organización de la
vida social: el esclavismo. Apareció la desigualdad social y las
primeras clases sociales antagónicas: los señores de las tierras, de la
naturaleza y de las personas, los esclavócratas, y los grupos
subalternos, los esclavos, que no tenÃan ningún derecho, ni siquiera a
la vida.
La población siguió aumentando y los territorios fueron divididos en
clanes, que por la fuerza militar organizaron a las personas en feudos.
Cada feudo organizaba la producción de sus necesidades. No habÃa
intercambio entre ellos, ni moneda. En ese nuevo modo de producir y
organizar la sociedad, la nobleza ocupaba los castillos, cuidaba la
seguridad, los bienes, y la guerra con posibles enemigos. El territorio
era ocupado por los agricultores, que cultivaban la tierra en forma
familiar. Ahà nació el campesinado como clase social. TenÃan el derecho
de vivir en la tierra, de cultivarla, y de utilizarla, pero no tenÃan
ningún derecho sobre ella misma. Y el fruto de su trabajo era
obligatoriamente repartido con la nobleza a través del pago de la renta
del producto (en torno al 50%) y la renta del trabajo, que los obligaba
a entregar algunos dÃas por semana de trabajo gratuito para la nobleza.
En el siglo XIII nace la forma capitalista de organizar la producción
y la sociedad. Se supera el feudalismo y surgen las ciudades como
centros de comercio. Los bienes se transforman en mercancÃas que se
compran y venden en el mercado. Surge la moneda, como medio de
circulación de las mercancÃas. Y de ahà surge el capital, la forma de
acumular riquezas con el dinero, reinvertirlo en el comercio de
mercancÃas, y seguir acumulando. Durante el capitalismo mercantil
(siglos XII - XVIII), en la mayorÃa de los territorios, los campesinos
se rebelaron contra la nobleza, hicieron revueltas, guerras que duraron
décadas y hasta siglos. Esa intensa lucha era motivada por la necesidad
de que los campesinos, además de poder habitar y cultivar la tierra,
tuvieran también el derecho legal sobre ella. O sea, ya no querÃan pagar
renta del producto ni renta del trabajo a la nobleza oligarca, que se
decÃa dueña de todas las tierras. En muchos paÃses, los campesinos, como
clase, conquistaron ese derecho con mucha lucha. En otros continuaron
siendo explotados.
A partir de la revolución industrial, en 1750, y del surgimiento de
una nueva clase dominante, la burguesÃa industrial, hubo nuevos cambios
en la forma de organizar la producción agrÃcola, con el surgimiento de
la máquina, y de nuevas herramientas e insumos. Pero el cambio más
significativo fue la introducción, por primera vez, de la institución de
la propiedad privada de la tierra. La burguesÃa industrial organizó el
Estado, en la forma que lo conocemos hoy, con sus tres poderes
(ejecutivo, legislativo y judicial), y reorganizó las leyes. Introdujo
por primera vez el derecho a la propiedad privada de un territorio, de
un espacio delimitado de tierra. A partir de entonces la tierra se
transformó en una mercancÃa especial, que los capitalistas, o quien
tuviese dinero/capital, podrÃa comprar y vender. Se creaba el derecho
reconocido jurÃdicamente, garantizado por la fuerza del Estado, para que
las personas tuviesen la propiedad individual y exclusiva de un área de
tierra. Teniendo incluso total soberanÃa sobre ella, pudiendo impedir
por la fuerza que otros la ocupasen. ¡NacÃa la cerca!, para delimitar la
soberanÃa del capital, del propietario privado, sobre un bien de la
naturaleza.
De nuevo, los campesinos se rebelaron, y surgieron muchas luchas
sociales y revueltas. Fue asà como en muchos paÃses, los gobiernos,
incluso de la burguesÃa industrial, tuvieron que ceder el derecho a la
propiedad privada de la tierra a los campesinos. Esos programas que
pretendÃan democratizar el acceso al derecho de la propiedad de la
tierra para todos los campesinos fueron conocidos entonces como REFORMA
AGRARIA. O sea, los gobiernos usaban el Estado bajo su control, para
aplicar una ley, que desalojaba a los grandes propietarios, que habÃan
monopolizado el derecho a la tierra para ellos mismos, y entregaba la
propiedad a los campesinos, que en muchos casos ya tenÃan el derecho al
uso, pero no el derecho a vivir sobre la tierra y dejarla en herencia a
sus hijos.
A lo largo del siglo XX, en algunos paÃses, volvieron las
contradicciones y los antagonismos sociales se profundizaron. Con el
capitalismo industrial se desencadenaron revoluciones populares de
carácter socialista, o sea, que pretendÃan superar incluso el
capitalismo y destruir la burguesÃa como clase. Fueron las revoluciones
populares victoriosas de Rusia (1917), China (1927-49), Yugoslavia
(1945), Mongolia (1950), Korea (1953-56),Vietnam (1954-75) y Cuba
(1959). En la mayor parte de esos paÃses, se procuró evolucionar en el
concepto del derecho a la tierra, y se introdujo la concepción de que la
tierra pertenece a todos, pero debe ser «administrada» por la nación,
representada ahora por el Estado socialista. En esos paÃses, los
campesinos tuvieron el derecho a trabajar la tierra, a dejarla como
herencia para sus hijos, pero la tierra dejó de ser mercancÃa y
propiedad privada. Ya nadie puede comprar o vender la tierra, que pasó a
tener un sentido apenas de tierra para trabajar, para producir los
bienes necesarios para toda la sociedad.
Alrededor de la década de 1980/90, el capitalismo industrial entró en
crisis, y eso afectó a toda la produ-cción y a las clases trabajadoras
también. A partir de la crisis, la burguesÃa impuso una nueva etapa del
capitalismo, ahora dominado por el capital financiero y por las empresas
transnacionales que pasaron a dominar el mercado globalizado de las
mercancÃas. A la nueva etapa le han puesto el nombre ideológico de
«neoliberalismo», viniendo a decir que para salir de la crisis,
solamente el mercado y la «nueva y total libertad para el capital» puede
salvar «la humanidad».
La etapa del capitalismo financiero y globalizado trajo cambios
profundos en el concepto del derecho a la tierra. El capital financiero
sobrepasó las barreras de fronteras de las naciones y pasó a invertir y
comprar inmensas áreas de tierra en todo el planeta, imponiendo su
propiedad privada todavÃa más concentrada en menos manos. Y expulsaron
millares de campesinos. Por primera vez en la historia de la humanidad
la población urbana sobrepasó a la rural.
La articulación de VÃa Campesina Internacional, que reúne movimientos
campesinos de más de cien paÃses, en diálogo con otras fuerzas
populares, con los movimientos ambientalistas, con las iglesias y con
los sabios e investigadores, levantamos nuestra voz, defendiendo otros
paradigmas para la naturaleza y para la tierra.
Todos los bienes de la naturaleza, tierra, agua, subsuelo, aire,
florestas, fauna y flora, deben colaborar en pro del bienestar de todos
los seres vivos que habitan el planeta. No deben ser propiedad privada
ni objeto de lucro. La actividad agrÃcola debe tener como prioridad
máxima la producción de alimentos sanos, que son la energÃa necesaria
para la reproducción de nuestra especie. Y los alimentos no pueden ser
una mercancÃa, porque son un derecho, una necesidad de todo ser humano.
La posesión y el uso de la tierra debe tener otros parámetros jurÃdicos.
Solamente puede tenerla, quien se comprometa ante la sociedad a vivir en
ella, a trabajarla y utilizarla para producir alimentos, en equilibrio y
armonÃa con la naturaleza.
Por eso la humanidad necesita ahora generar un nuevo marco jurÃdico,
en cada nación, para garantizar el derecho de todos a ese buen vivir,
produciendo la energÃa saludable (alimentos) para la reproducción de la
vida, en buen convivir con todos los seres vivos de nuestro
planeta. Esperamos que lo logre la humanidad, ¡antes de que sea tarde!
João Pedro Stédile
São Paulo, SP, Brasil
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