Derechos humanos de las mujeres
Elsa Tamez
“Derechos humanos de las mujeres” suena raro y redundante. Las mujeres
son seres humanos y por eso debiera ser suficiente hablar de DDHH de
manera inclusiva. Desgraciadamente no es asÃ. En la práctica las mujeres
no son consideradas humanas y por lo tanto no se respetan sus derechos.
O se ve en ellas un ser humano a medias, cuyos derechos también se
respetan a medias. Esto es producto de las desigualdades de género, que
son el resultado de la discriminación contra las mujeres: según la OIT
(2008), las mujeres reciben el 70% de ingreso laboral en promedio con
los hombres; muchas mujeres siguen muriendo al dar a luz (130 muertes
por 100.000 nacidos vivos, CEPAL, 2007), y en algunos paÃses como Costa
Rica el 49,7% de embarazos son no deseados (CEPAL 2007).
Pero lo que más aterra son los asesinatos contra las mujeres en el
ámbito de lo privado. Estos no cesan sino que van en aumento, son cosa
de todos los dÃas en todo el mundo y no sólo en los paÃses pobres. Que
en Centroamérica, dos de cada tres mujeres asesinadas, lo sean por el
simple hecho de ser mujeres, es inconcebible. El primer paso hacia el
asesinato es la violencia. Por eso todas las personas, hombres y mujeres
deben denunciarla y combatirla como prioridad número uno, asà como la
impunidad que le acompaña en la mayorÃa de los casos. Según el
Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon, la violencia contra las
mujeres es tan alta que es uno de los DDHH más violentados en el mundo.
Frente a esta realidad la Declaración Universal de los DDHH de 1948
se quedó corta, pues no cubre los derechos de todos los humanos,
incluyendo las niñas y los niños. Desde los 70 la Declaración ha sido
denunciada como una carta pensada de manera androcéntrica y abstracta,
sin tomar en cuenta la diversidad de los sujetos concretos, su género,
clase y color. Gracias a los movimientos feministas preocupados siempre
por la situación de violencia contra las mujeres, se llegó a aprobar en
1979 la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación Contra las Mujeres (CEDAW), la cual entró en vigor en
1981 y ha sido firmada por una gran cantidad de paÃses. La CEDAW se ha
visto como marco de trabajo y guÃa para tomar medidas que garanticen los
derechos de igualdad de género. Pero como sucede con la mayorÃa de las
leyes de nuestros paÃses, la existencia de este documento no ha parado
la discriminación contra las mujeres, que es motor de la violencia. Y
cada vez más leyes y protocolos se siguen firmando con la esperanza de
acabar con este mal.
En 1993, en Viena, en la Conferencia de la ONU sobre DDHH, se hizo el
reconocimiento explÃcito de que las mujeres tienen derechos especÃficos
como DDHH. En otras palabras, se afirmó la humanidad de las mujeres,
para afirmar que merecen que se le respeten sus derechos. Ya desde los
70s se pedÃa una reformulación de los derechos a partir de las
necesidades particulares de las mujeres como son los derechos sexuales y
reproductivos, pero fue en El Cairo, 1994 en la Conferencia
Internacional sobre Población y Desarrollo, donde explÃcitamente con
mayor profundidad se discutió sobre la salud sexual y reproductiva de
las mujeres.
La IV Conferencia Mundial sobre la mujer en Beijing reafirmó el
documento de El Cairo en lo que respecta a la sexualidad, y dio más
pasos concretos sobre los derechos sexuales y reproductivos de las
mujeres, como el tener control sobre las cuestiones relacionadas con su
sexualidad, decidir libremente sobre su cuerpo, sin verse sujeta a
coerción, discriminación y violencia.
En las Américas, la Convención Internacional de DDHH (CIDH, 1969)
asumió el compromiso sobre los derechos de las mujeres en 1994, y creó
lo que se denominó la RelatorÃa. Esta tenÃa como fin asegurar el respeto
y la garantÃa de los DDHH de la mujer en todos los estados miembros y
vigilar en qué medida se cumplen las medidas tomadas en las
legislaciones de los Estados. Pero su propuesta de prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra las mujeres no se ha cumplido.
El caso de la violencia en Colombia es apenas una muestra. Según
datos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INML
y CF) en 2012, 47.620 mujeres fueron agredidas por su pareja, lo que
implica que cada mes, 3.968 mujeres fueron agredidas por su pareja o
ex-pareja. Hay hombres que se quejan diciendo que sufren violencia por
parte de las mujeres, sin embargo de acuerdo a los inventarios, por cada
nueve mujeres que reportan ser vÃctimas de violencia por parte de su
pareja o ex-pareja, sólo un hombre reporta lo mismo.
Afirmar los DDHH de las mujeres ha sido un gran paso en la humanidad,
pero según muestran las estadÃsticas las declaraciones, leyes,
protocolos y relatorÃas no son suficientes, se necesita una modificación
profunda de patrones socio-culturales y religiosos. Las iglesias deben
dejar de ser obstáculo para el reconocimiento de los DDHH de las
mujeres, especialmente los sexuales y reproductivos.
Y quienes leen la Biblia de manera fundamentalista deben ser
conscientes de la violencia que ella misma acarrea contra las mujeres,
al considerarlas como seres subordinados a los varones, vigiladas por un
Dios patriarcal.
Las mujeres sólo pedimos una cosa: que se nos deje ser personas con
derechos. Simplemente queremos ser ciudadanas, libres de violencia y
discriminación.
Elsa Tamez
MedellÃn, Colombia
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