EL DIVINO SALVADOR, CARNE PARA LA VIDA DEL MUNDO

DÉCIMONOVENO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


12 de Agosto de 1979

1 Reyes 19, 4-8
Efesios 4, 3; 5,2
Juan 6, 41-52

 

Queridos hermanos:

A. La comunidad que reflexiona tiene a la vista tres hechos sobresalientes.

La semana que venimos a agradecerle a nuestro Dios, para ponernos en marcha hacia la nueva semana, está marcada -este domingo- por tres acontecimientos:

1º. Hoy es el día del sacerdote, el segundo domingo de agosto aunque es poco conocido. No se trata de una autoalabanza, sino de decir la necesidad que el sacerdote tiene de oración y comprensión de parte del Pueblo de Dios, al que está destinado. Por eso, yo aprovecho para expresar la solidaridad del obispo con todos los sacerdotes de la diócesis y pedir para todos ellos, de parte del Pueblo de Dios, de sus parroquias, de sus capellanías y de todos sus trabajos, para que sepan demostrarles, sobre todo, con oraciones y con algún apoyo moral de solidaridad en esta hora tan difícil para ser sacerdote, que es una misión indispensable a pesar de lo difícil que es. Y que lo difícil debe ser precisamente el estímulo más grande para ser hoy, más que nunca los sacerdotes según el evangelio.

2º. Entierro del Padre Macías, víctima de la persecución.

El segundo hecho está unido a éste. En esta semana enterramos al Padre Alirio Napoleón Macías, asesinado, como ustedes saben, en su propia Iglesia parroquial de San Esteban Catarina. Como dijo Monseñor Rivera en la homilía de su entierro: "Cayó como caen los profetas: entre el vestíbulo y el altar". A propósito de esta muerte, ayer y los días anteriores han sido de mucha reflexión por parte de obispos, sacerdotes, religiosas y seminaristas.

3º. Celebración de nuestra fiesta patronal.

Pero la luz que ilumina esta reflexión es el tercer hecho que hemos celebrado el lunes de esta semana: la fiesta patronal del Divino Salvador del Mundo. Y que tanto las lecturas de hoy, como todos estos acontecimientos de la semana, nos invitan a iluminar con la luz de Cristo Redentor y Salvador del Mundo nuestras realidades de Iglesia y del país.
 

REFLEXIONES POR LA MUERTE DEL P. MACÍAS

Nuncio, Obispo.

La primera realidad que reflexionamos es la muerte del Padre Alirio. Ha habido ayer una reflexión de los obispos en la Nunciatura donde se acordó presentar una denuncia oficial para que se investigue este crimen y se sancione, según la justicia, a sus hechores. El señor nuncio también ofreció su apoyo ante el mismo Presidente de la República.

Clero, Religiosos, Seminaristas.

Los sacerdotes y las religiosas -110 sacerdotes, 130 religiosas-, varios seminaristas y laicos, se reunieron en el templo de San José de la Montaña ayer. De esa reunión tenemos un boletín breve. El objetivo de la reunión fue tomar algunas medidas para lograr la unión de nuestra Iglesia para que juntos, obispos, sacerdotes y fieles, defendamos a los sacerdotes y pidamos el cese de la represión en general. Los resultados de esta reunión fueron: 1º) Se envió una carta al Santo Padre en la que se le informa de la creciente represión en contra del pueblo y de la Iglesia y se le hacen peticiones concretas al respecto; 2º) Se envió otra carta a la Conferencia Episcopal en la que se le pide, entre otras cosas, se unan para defender los derechos fundamentales de los ciudadanos y el respeto a la vida de los sacerdotes, se pronuncie ante el gobierno y el pueblo en general contra tanto asesinato, pidiendo cese la represión contra el pueblo y la Iglesia; 3º) Enviar otra carta a los gobiernos de América interesados en defender los derechos humanos, para que urjan al gobierno salvadoreño lleve a la práctica las recomendaciones de la Comisión de los Derechos Humanos de la OEA. Entre estas recomendaciones están, para nosotros muy útil, el reconocimiento de que existe en El Salvador una persecución sistemática a la Iglesia. Otra recomendación: Que se revise y, si es necesario, se suprima esa fatídica ORDEN. ¡En nuestro campo hace tanto mal! Son declaraciones oficiales desde la OEA y, por tanto, no pueden criticarse como parciales de la Iglesia.

Otra cosa que hicieron ayer en su reunión: publicar un comunicado del clero nacional, protestando por la muerte del Padre Alirio Napoleón Macías y la creciente represión en contra del pueblo y de la Iglesia. Todo esto fue firmado casi por unanimidad: 118 religiosas. 108 sacerdotes.

Pronunciamientos:

Obispos, clero. Cuatro diócesis.

También es de consuelo que en esta circunstancia se publicó un manifiesto de parte de los obispos. "Los obispos de Santa Ana, San Salvador, San Miguel y Santiago de María y sus respectivos cleros protestan enérgicamente ante el pueblo salvadoreño por el horroroso y sacrílego asesinato perpetrado en el Presbítero Alirio Napoleón Macías, párroco de San Esteban Catarina, diócesis de San Vicente. Y al presentar sus condolencias a la diócesis hermana, piden:

1º. A las autoridades civiles, militares y judiciales, que investiguen exhaustivamente este asesinato, como también los otros alevosamente cometidos y velen porque se cumplan las leyes vigentes en el país, que expresamente defienden la vida de todos los salvadoreños.

2º. Al excelentísimo Señor Nuncio Apostólico, que intervenga inmediatamente con la urgencia que el caso amerita para poner coto a esta ola de asesinatos de sacerdotes, a fin de que no quede impune como los cinco anteriores.

3º. Además se pide una eficaz protección a todos los sacerdotes y que ante cualquier conflicto individual que aparezca, se acuda inmediatamente a la autoridad eclesiástica competente. Es decir, que no se tomen medidas contra sacerdotes sólo por ser autoridades civiles, sino que tengan en cuenta que existe una autoridad competente para el sacerdote. Ante esa autoridad tiene que denunciar la autoridad civil y no arrogarse el criterio para castigar a nuestros sacerdotes, mucho menos para dejar impunes los crímenes cometidos contra ellos.

4º. Se hace un llamado a todas las fuerzas vivas de la patria para que, con la ayuda del Divino Salvador del Mundo, patrono de la república, trabajen para que ya cese toda esa ola de crímenes que está ensangrentando nuestra amada patria salvadoreña".

Monseñor Aparicio.

Como no estaba Monseñor Aparicio y más bien era una condolencia de las otras diócesis a San Vicente, él, por su parte, al regresar al país escribió lo siguiente:

"Me he enterado con honda pena e indignación de los detalles del asesinato del Padre Alirio Napoleón Macías, sacerdote de mi diócesis de San Vicente, perpetrado a mansalva y sangre fría en el mismo presbiterio de la iglesia parroquial de San Estaban Catarina por tres asesinos, conocidos de vista por bastantes habitantes de la localidad.

Este sacrílego asesinato nos habla claramente del momento histórico que vivimos de inseguridad, aun en el interior de los templos, de zozobra y de miedo, que denuncian una sociedad en descomposición.

El irrespeto del derecho a la vida en el Padre Macías y la actitud horrorosa de quienes dieron órdenes a los asesinos para que, como lo interpretaron ellos, cumpliesen su malvada misión aun frente al Santísimo Sacramento del Altar, profanando de esta manera el templo, nos obliga una vez más, a condenar la muerte violenta en el Padre Macías y en cualquier otro ciudadano como medio para resolver los problemas del país, o como solución para quitar de en medio a aquellas personas que son obstáculos para la toma, para la conservación del poder político.

Siendo tan claro el caso del asesinato del Padre Alirio Napoleón Macías, por las circunstancias del lugar y de las personas que lo pueden testimoniar, urgimos, de acuerdo con las leyes del país, a las autoridades del poder judicial y a las autoridades militares, que se esclarezca el asesinato del Padre Macías y que se castigue a los autores físicos e intelectuales del mismo.

Como muestra de repudio a la violencia y, en concreto, a la muerte alevosa del Padre Macías, se ha cerrado al culto el templo parroquial de San Estaban Catarina, profanado por dicho asesinato, hasta que se haga la conveniente reparación religiosa, ordenada por el código de derecho canónico. Y la Conferencia Episcopal de El Salvador retira de la participación al Diálogo Nacional sus dos delegados".

Retiro del Foro.

Del modo que también esto quede muy bien marcado como un repudio: que del diálogo, al que la conferencia había mandado dos representantes en señal de buena voluntad, los retira porque no encuentra buena voluntad en los que han invitado... Ha sido la perenne posición de nuestra Arquidiócesis y me alegro que toda la conferencia, y ustedes con ese aplauso, se solidaricen. Señal que Dios va guiando nuestra Iglesia.

Agradecimiento por solidaridad: embajador de Estados Unidos.

También por su solidaridad con este acontecimiento sangriento, quiero agradecer muy cordialmente las manifestaciones del Señor Embajador de Estados Unidos, que ustedes leyeron cuando dice: "La noticia del asesinato del Padre Alirio Napoléon Macías, párroco de San Estaban Catarina, causó en mí estupor y tristeza. Todo acto de violencia es en sí lamentable y deplorable, pues la violencia, venga ya sea de derecha o de la izquierda, nunca podrá ayudar a la causa de la paz.

Esta muerte ha sido no sólo un suceso trágico para la Iglesia sino también para el país.

Choca de manera especial y nos hace estremecer el hecho de que el sacerdote haya sido muerto dentro de su propia iglesia a donde había sido llamado para oficiar un responso. Esto añade al crimen, el desprecio y la burla a los actos religiosos.

Todas las personas de buena voluntad repudian este sacrilegio y condenan este asesinato brutal".

¡Gracias al Señor Embajador de Estados Unidos, por una palabras tan sabias y tan consoladoras para la Iglesia!.

Partido Demócrata Cristiano.

También de parte del Partido Demócrata Cristiano, hubo una solidaridad para la Iglesia y un repudio para estos actos criminales. Por respeto al tiempo no la leo entera.

Comisión de Derechos Humanos.

Tampoco puedo leer la preciosa manifestación de solidaridad de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador ante la conciencia nacional e internacional, denunciando y considerando lo que significa este tremendo hecho. Solamente al final, las disposiciones: Exige una verdadera y objetiva investigación del crimen que se sancione conforme a la ley a los culpables intelectuales y materiales. El cese efectivo de la persecución a la Iglesia, pueblo de Dios y sus pastores, y de la represión generalizada en todos los rincones de la patria. Que el gobierno ordene a todos los niveles, el respeto efectivo de los derechos y garantías individuales y colectivos, garantizados por la Constitución política y los pactos y tratados internacionales sobre derechos humanos, de los que nuestro país es signatario. Termina presentando su condolencia al presbiterio y a la diócesis de San Vicente y a toda la Iglesia de El Salvador.
 

OTROS HECHOS DE LA COMUNIDAD ARQUIDIOCESANA

- Toma de Catedral por el BPR.

Queremos también, con este motivo de que estamos recordando hechos de nuestra comunidad vividos en la semana, dirigirnos a los que han ocupado la Catedral, razón por la cual nos encontramos aquí pidiendo de nuevo la hospitalidad de nuestros buenos hermanos los padres Dominicos en su iglesia de El Rosario. Al fin es un hogar, la madre del Salvador está aquí, Nuestra Señora del Rosario, y ante ella queremos recordar que la Iglesia en sus templos es una zona de libertad y de verdad, pero no se debe abusar de la hospitalidad. Una semana antes, las Ligas Populares 28 de febrero ocupan Catedral -por suerte que nos respetaron las fiestas patronales, fueron caballeros en eso-, pero apenas se estaba terminando la fiesta, el BPR, amparando sindicatos en huelga, ocupa la Catedral nuevamente y estorba nuestro culto de la Catedral.

Si la verdad es que la Iglesia es un signo de libertad y desde allí se está predicando la justicia por parte de ella, sería muy consecuente con las reivindicaciones populares, que se respete el lenguaje propio de la Iglesia y que se dejen los templos únicamente para lo que la Iglesia los ha construido, precisamente al servicio del pueblo. No por un culto muerto, sino como lo está viviendo hoy: con una denuncia viva de las realidades del país. Si de veras interesa el componer esta situación del país, sería bueno respetar ese lenguaje propio de la Iglesia y no interferirlo con otros abusos del asilo de los templos. No se debe impedir a la Iglesia que realice su misión específica de predicación liberadora desde el evangelio, su lucha por la justicia y la promoción de los hombres. Así, cuanto más limpio suene el lenguaje de la Iglesia, se está presentando mejor servicio aún a todas las reivindicaciones de otros grupos salvadoreños. Les ruego que reconsideren esto y que respeten ya más los templos, tanto más que "La ocupación de Catedral -como dice vulgarmente el pueblo- ya está muy choteada, ya no tiene fuerza".

Lo que allí se está ventilando hoy es el conflicto laboral de las empresas IMES, Pan Lido y Fabril de Aceites San Miguel. En cuanto a IMES, una industria norteamericana que allá tiene su parte patronal y no manda la respuesta a las soluciones sino a través de unos abogados con poderes muy limitados. Sería bueno que la patronal de IMES se hiciera presente y no se estuviera tan aislada allá, en los Estados Unidos, y viniera a ver qué es lo que está pasando en su fábrica, donde han despedido 360 obreras y no se trata de buscar una solución.

En cuanto a Fabril de Aceite y Pan Lido, no han negociado el contrato colectivo. Entonces la ocupación de Catedral no es culpa de las autoridades de la Iglesia. Ministerio de Trabajo, fábrica Pan Lido, IMES, Fabril de Aceites, son éstas, precisamente, las que tienen que resolver el problema para que nos dejen libre también el templo. Lo justo, la Iglesia siempre lo ha apoyado.

Queremos mencionar con cariño la visita que hicimos ayer a San Antonio Los Ranchos. Ante aquella gente sencilla que nos dice que comprende bien la palabra que se predica desde nuestras homilías, ¡queda como ridícula la incomprensión de los que no quieren oír, del orgullo, de la soberbia!. Como decía Cristo. "Te doy gracias, Padre, porque has revelado estas cosas a los sencillos y a los humildes y en cambio no las revelas a los soberbios y orgullosos". Que llegan hasta a decir que las homilías de la Catedral son precisamente la causa de todos los males de país, cuando nuestro pueblo humilde comprende que la palabra del evangelio que consuela y alienta es cabalmente ésta que predica la Iglesia; desde el sacerdote más humilde, hasta el Papa, siempre en la misma línea de derechos humanos, de respeto a la ley de Dios, de paz, de amor. Eso es siempre, de modo que en la comunidad de San Antonio Los Ranchos, donde asistieron también otras comunidades, tuve el consuelo de encontrar este eco generoso a la palabra del Señor. Yo quiero felicitar a los párrocos y a las religiosas de la Asunción que trabajan en aquel sector, y a todos los catequistas que colaboran.

Murió una religiosa del Buen Pastor; le damos nuestra condolencia a la Congregación.

El miércoles de esta semana que viene es la fiesta de la Asunción. El Tránsito de María en cuerpo y alma al cielo encuentra también lugares de celebración muy hermosos entre nosotros, principalmente la parroquial de Mejicanos, donde es patrona, y la parroquia Flor Blanca, donde es patrona. Varios institutos religiosos la tienen por patrona.

Yo quiero agradecer a los seminaristas que han organizado esta fiesta de la Asunción el próximo miércoles 15, a las 7 de la noche, en la iglesia de San José de la Montaña, porque han querido unirla con una fiesta personal mía.

El viernes 17, San Jacinto. La parroquia de San Jacinto está de fiesta. El miércoles a las 7 de la noche, tendremos allá la misa.

Esta es la comunidad con estos acontecimientos propios nuestros, y los he querido mencionar al principio para que miren que el objeto de la predicación del obispo es tener en cuenta estas realidades de su diócesis, de sus parroquias, de sus religiosos, de sus sacerdotes; su relación también con otras diócesis se ilumina con la luz de la fe y no con otras luces. No es una finalidad política, no sociológica, ni económica, no estamos nosotros enviados a esos campos más que para iluminarlos con la misión propia nuestra que es del evangelio. Entonces, buscamos en la palabra de Dios, sobre todo en el domingo lo que el Señor nos quiere decir.

B. La palabra de Dios hoy ilumina la figura de nuestro Divino Salvador. Cap. VI de San Juan culmina hoy: "El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo".

Yo me alegro -ya les anuncié desde hace tres domingos- que la Iglesia en liturgia ha hecho un paréntesis al evangelio del año, que es San Marcos, para presentarnos durante cuatro domingos un capítulo precioso del evangelio de San Juan. El capítulo sexto es donde Juan nos dice todo su pensamiento acerca de Cristo y de su presencia en la eucaristía. Al analizar esto, conocemos mejor los que significa la fiesta patronal de El Salvador, el Divino Salvador del Mundo. Les decía yo que era el hecho de esta semana para agradecer a las comunidades que asistieron a la misa comunitaria frente a Catedral. Un acontecimiento inolvidable por la participación de sus cantos y el fervor de sus plegarias; y a través de la radio, también la nación unida a la plegaria. ¿Por qué confiamos en el Divino Salvador?. Porque Él, en este capítulo sexto de San Juan, nos revela la razón de ser suya.

¿Qué es Cristo para la humanidad?. Ya en los dos domingos anteriores hemos hecho la homilía sobre el capítulo sexto y hoy llegamos al culmen de la revelación, cuando Cristo les dice a sus críticos: "El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo". De allí tomo el título de la homilía de este domingo:
 

EL DIVINO SALVADOR, CARNE PARA LA VIDA DEL MUNDO

1. La carne en el hombre sin Cristo.

2. La carne en Cristo: vida de Dios en carne humana.

3. La carne del hombre sólo se libera y se promueve por la Carne de Cristo que da vida al mundo.

Ojalá que quede claro mi mensaje y vean, queridos hermanos, que ante todo, lo que yo quiero en mi predicación es dejar al alcance de todos, hasta del más sencillo, el gran mensaje del evangelio, al cual yo sirvo con todo mi corazón y no quisiera que se distorsionara, que lo que se sacara de la predicación fuera no la crónica de la semana, no la crítica al gobierno, no la denuncia del pecado; eso viene por añadidura, eso viene como la iluminación del evangelio que tropieza con esas realidades. Pero lo principal que yo quisiera que se llevaran de mi predicación es la luz del evangelio, con la cual ustedes mismos podrán iluminar no los hechos que yo señalo, sino los hechos concretos de ustedes, de su familia, de su vida, de sus amistades, de su empleo; porque para eso se predica, para que cada cristiano que reflexiona el evangelio, ilumine en su vida y desde su vida las realidades que lo rodean con criterios de Cristo. Y el gran criterio que Cristo nos da hoy es bajo ese título: la carne.
 

1. LA CARNE EN EL HOMBRE SIN CRISTO: VIDA SIN FE.

a) ¿Qué es la carne en la Biblia?.

Qué importante es esto, porque en primer lugar yo quiero preguntar: ¿qué es la carne?. Y no a ustedes que me podrían dar tantas opiniones de lo que ustedes creen, y de verdad juicios muy certeros. ¿Qué es la carne?. La carne según la Biblia, quiero presentarla yo.

- Vida.

Según la Biblia esta palabra carne parece como expresión de vida. Toda carne verá la salvación de Dios -dice la Biblia- todo hombre, todo viviente.

- Cuerpo.

Significa también el cuerpo en cuanto contraposición a lo espiritual. El hombre es un compuesto de alma y cuerpo. El cuerpo se llama en la Biblia, la carne, pero no la distinción filosófica que vino mucho después de los considerandos bíblicos, sino que cuerpo y alma la Biblia los toma muchas veces como carne. Carne es, pues, el cuerpo del hombre animado por una vida.

- Persona.

No seamos tan estrictos cuando leamos la Biblia en separar el cuerpo del alma con los criterios posteriores de la filosofía griega, sino que veamos con sencillez la Biblia; y es el cuerpo animado por el espíritu, es la persona. La Biblia llama carne a la persona. La carne de fulano de tal, fulano de tal es la persona. Esta persona, esta vida tiene dos vertientes porque fue creada por Dios en santidad original, hija de Dios, en gracia de Dios, en amistad con Dios; la carne de Adán, carne de hombre, carne de humanidad, sin pecado.

- En Adán perdió la justicia original. Concupiscencia... fragilidad... mala inclinación. "Hombre viejo", carnal.

Pero una vez cometida la desobediencia del pecado, se convierte en carne de pecado, carne inclinada al mal. La carne, entonces, la Biblia la considera como el hombre en sus malas inclinaciones, el hombre carnal, el hombre egoísta, el hombre hipócrita, mentiroso, ambicioso. Todo eso malo que llevamos en nosotros, lo llamamos hombre carnal. La carne ya toma un sentido peyorativo, un sentido de maldad, de inclinación, de concupiscencia.

- En Cristo recupera la justicia perdida: vida según el Espíritu. "Hombre nuevo", obra del Espíritu.

Frente a esa vertiente del hombre malo, inclinado al mal, está la vertiente del hombre espiritual, la carne según el espíritu. Es lo que San Pablo llama carne en Cristo. Cristo, el segundo Adán, vino a redimir la carne del pecado, pagó los pecados de la carne y también curó las malas inclinaciones del hombre. Por eso, el hombre redimido es la carne, es el hombre pero ya inserto en Cristo, que a pesar de sentir las tentaciones y las inclinaciones del mal, siente también la fuerza de Dios que lo salva. La carne, pues, tiene dos sentidos: carne, la tendencia al mal; y carne redimida, mal pero con tendencia hacia el bien.

b) La carne en las lecturas de hoy.

Teniendo en cuenta estos conceptos, las lecturas de hoy nos presentan la carne del hombre sin Cristo; es decir, la carne tal como la traemos de Adán y Eva, la carne que nace del hombre y de la mujer. Lo que nace de la carne es carne. Un niño, una niña recién nacidos han nacido de la carne. La carne con sus concupiscencias de la que Cristo dice: "La carne no aprovecha para nada". La carne es pecado o tendencia al pecado. A esto me refiero, cuando en las lecturas de hoy, busco al hombre la carne sin Cristo.

- El conflicto entre Elías y Jezabel, mujer de Ajab.

Jezabel es la mujer del rey Ajab. Mujer mala, que cuando vio que Elías luchaba por los derechos de Dios contra los falsos profetas, le mandó un recado como los que manda la UGB hoy: "Mañana a estas horas, tú estarás también con los falsos profetas, muerto". Elías tuvo miedo. ¿Quién no siente miedo ante una amenaza de muerte?. Y Elías emprendió la huida porque la UGB le había amenazado, Jezabel, la perversa mujer de Ajab.

- Figuras de la carne sin Cristo: Jezabel vengativa, Elías desanimado.

Yo encuentro tanto en Jezabel como en Elías, la carne sin Cristo. Jezabel, con sus tendencias criminales, vengativas, es la carne sin Cristo. Elías también se olvida un momento de la protección de Dios y huye: la carne miedosa, el cobarde, el que se esconde, el que huye; también esa es carne sin Cristo, el hombre cobarde.

- Oposición al Espíritu.

San Pablo habla: "No se opongan al Espíritu". Los hombres que se oponen al espíritu, son carne sin Cristo. Toda oposición a la Iglesia es carne sin Cristo. Todo el crimen para matar la vida es abuso, es carne, es crimen de hombres sin Cristo.

- Actitudes de amargura, ira, enfado, insultos.

Y en la segunda lectura, también, San Pablo nos dice que no nos dejemos llevar por la amargura, por la ira, por los enfados, por los insultos. Todo eso también es carne sin Cristo. Analicemos nuestra propia pobre carne cuando se deja llevar de las amarguras, de la ira, del odio, del rencor; estamos haciendo el honor a la carne del pecado, a la carne sin Cristo.

- "Los judíos"... cuando se pierde la fe, se pierde la dimensión divina de Cristo y se ve sólo su carne, "el hijo de José"... La murmuración sustituye a la fe.

Esto me interesa mucho en este primer pensamiento mío, lo que Cristo dice de la carne sin Él. Cuando Cristo habla de la vida eterna, el pan que ha bajado del cielo que es Él, que trae la vida eterna, le critican los judíos. Cuando San Juan usa este término "los judíos", generalmente quiere entender los enemigos de Cristo, las autoridades rebeldes a Cristo en el tiempo de los judíos. Porque si es cierto que toda autoridad viene de Dios, los hombres quieren endiosarse con esa autoridad y se creen más que Dios. Y quisieron juzgar a Cristo y le dijeron y criticaron porque decía: "Yo soy el pan bajado del cielo". Y decían: "¿No es este Jesús, el hijo de José?. ¿No conocemos a su padre y a su madre?. ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?".

Este episodio es bien interesante, hermanos, para comprender la crítica contra la Iglesia. La crítica contra Dios sólo puede proceder cuando se ha perdido la fe. Cuando el pueblo de Israel caminaba con Moisés por el desierto, mientras creía, iba bien, pero cuando comenzó a dudar de Dios, cuando comenzó a murmurar y a criticar, fue necesario que vinieran los castigos de Dios para hacerlos creer otra vez. También Cristo sintió esa tentación; le criticaron su misión: "¿Cómo va a venir del cielo éste que ha nacido de José y María?. ¿Cómo va a traer sabiduría de vida eterna si aquí ha vivido entre nosotros?". ¿Ven?, el hombre carnal; la carne, aun la carne de Cristo, el hijo de María Inmaculada y del Padre Eterno, Dios y Hombre cuando lo miramos sólo con los ojos de carne sin Cristo, sólo descubrimos en Él al hombre, al hombre como nosotros; y lo criticamos porque lo podemos sentar en el banquillo de los acusados. Mucho más a su pobre Iglesia, a sus obispos y sacerdotes, los llamamos con mucha facilidad: "marxistas", "subversivos", "criminales; "Ustedes tienen la culpa de todo el mal que está pasando". Esta es la voz del hombre sin Cristo, porque hasta el mismo Cristo, cuando se pierde la perspectiva de la fe divina, aparece como un hombre vulgar, criminal, también hay que sentenciarlo a muerte. ¡Hasta Cristo perece cuando se ha perdido la fe!.

Por eso, Cristo, que ve la vulgaridad de esta opinión, no le hace caso; está muy por encima de todo eso y lo que hace es ratificar su afirmación: "Yo soy el pan que ha bajado del cielo. Si ustedes no lo quieren creer, es porque han perdido la fe. Carne sin Cristo se han hecho, porque yo les estoy ofreciendo el pan de vida eterna y ustedes no lo quieren". Es la carne sin trascendencia.

c) Carne sin Cristo entre nosotros.

- Cuando Cristo deja de ser el "absoluto", se "absolutizan" otros valores. En mi carta pastoral, tres absolutizaciones que explican la trágica "polarización" de nuestro país.

En la cuarta carta pastoral, que está para salir ya, yo denuncio en nuestro ambiente, tres absolutizaciones. Llamo así, absolutización, la actitud de un hombre que considera absoluto lo que él opina y ya lo demás le sale sobrando. Cuando ese absoluto no es Dios ni es Cristo, como lo judíos nos hacemos absolutos. Y si es cierto que en El Salvador hoy hay lo que se llama ya mucho la "polarización", entonces lo podemos llamar también "absolutización".

Absolutización de la riqueza y de la propiedad privada.

Yo denuncio, sobre todo, la absolutización de la riqueza. Éste es el gran mal de El Salvador; la riqueza, la propiedad privada como un absoluto intocable y ¡ay del que toque ese alambre de alta tensión, se quema...!

Se olvidan estas carnes sin Cristo que la riqueza no es Cristo ni es Dios. Que la absolutización de la riqueza y de la propiedad privada es un gran error. "La propiedad privada la respetamos -dice el Papa- pero no tienen que olvidar, que sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social". ¿Qué quiere decir el Papa?. Tomando palabras de la tradición, la propiedad privada no es un absoluto, tiene una condición que nuestra Constitución política de El Salvador lo reconoce cuando dice: "... la propiedad privada en función social". Lo que se tiene no es sólo para uno, lo que se tiene es como don de Dios para que lo administren al servicio del bien común. No es justo que unos pocos tengan todo y lo absoluticen de tal manera que nadie lo pueda tocar, y la mayoría marginada se esté muriendo de hambre...

- Absolutización del poder.

Otra absolutización de los hombres que han perdido la fe en Cristo: la absolutización del poder. Se llega hasta la filosofía de la seguridad nacional, en donde todo se permite por el dios poder. "Y resulta ridículo -digo en mi carta pastoral- que en nombre de la seguridad nacional, se ha instalado una gran inseguridad en el pueblo". Esta absolutización del poder es mala, porque el poder no es Dios; el poder no es Cristo, y si todo se subordina al poder, toda opinión, toda expresión que quiera criticar y componer mejor las cosas será reprimida. Y ésta es la represión que está pasando en nuestro país: la absolutización del poder.

- Absolutización de la política.

Pero hay otra tercera absolutización que está en esta línea del evangelio que estamos meditando. Es la absolutización de la política. Cuando mi opción política, lo que yo pienso que es la solución política, mi partido, mi organización, la creo como un absoluto; y no debo dialogar con nadie porque yo tengo la llave de la solución, que vengan a mí, yo no voy a nadie. Entonces tenemos también un fanatismo, un sectarismo que es ridículo; y que en esta hora en que el país sufre, es también un crimen la absolutización de las organizaciones políticas. Y resulta que los servidores de la absolutización de la derecha, que hoy aquí en El Salvador es la riqueza, la propiedad privada, el poder político, servidores de ese frente de ultraderecha, las organizaciones fantasmas o reales que amenazan a muerte, que acribillan a balazos, que amenazan, que secuestran; todo eso es el servicio al falso dios. Eso es también idolatría horrorosa de dioses que se están cobrando vidas humanas. Servidores del dios Moloc. También las organizaciones armadas de la ultraizquierda; son crímenes de absolutización, son idolatrías, son pecados, unos y otros están pecando en sus polarizaciones contra el mandamiento de la ley de Dios. A Dios hay que obedecer...
 

APLICACIÓN A LOS HECHOS DE LA SEMANA

Es aquí donde yo quisiera hoy mencionar el otro aspecto de la semana. El primer aspecto era nuestra comunidad. Ahora fíjense como, desde la comunidad cristiana, nosotros iluminamos con el Evangelio la realidad que nos rodea: realidad social, realidad política, realidad económica. Y tenemos obligación de hacerlo, hermanos. Hacerlo no es meterse en política, es llevar la lámpara de la fe y cumplir la misión que Dios ha puesto al hombre en el mundo, de organizar al mundo según Dios. Y el Pueblo de Dios, nosotros la Iglesia, si de veras venimos a la iglesia a iluminar nuestro cerebro, nuestro corazón con la palabra de Dios, tenemos la capacidad para criticar lo malo y lo bueno que hay a nuestro alrededor.

Cómo no va a criticar la Iglesia en esta semana, las capturas de: Kelvin Archila, obrero, en las instalaciones de la Fábrica IMES, por 12 policías de Hacienda; se encuentra detenido en las cárceles de la Policía Nacional. José Adolfo Cartagena, Simón Brizuela, Fidel Arias, todos campesinos del cantón Las Minas de Chalatenango, capturados el 5 de agosto por un contingente de Guardias Nacionales y soldados que invadieron todos los cantones aledaños y los condujeron con rumbo desconocido. Me interesa mucho este caso porque allá, en La Minas, se preguntaba mucho por el Padre Fabián Amaya: ¿A qué hora llegaba?. Quiero denunciarlo con tiempo, porque si le pasa algo, tengan en cuenta este detalle.

Rafael Humberto Alarcón, de 18 años, capturado también por agentes vestidos de civil y uno encapuchado, en su propia habitación. A última hora, Juan María de León Guevara, campesino originario de El Paisnal, también llevado a la Guardia Nacional. Óscar Vicente Araujo Mata, capturado desde el 10 de agosto, por la Guardia Nacional. Fidel Ángel Ortiz, que fue capturado desde el 26 de julio y a pesar del recurso de exhibición personal, no se da con él aun cuando la familia ha ido por todas las cárceles del país.

Quiero denunciar también, porque es un crimen, el asesinato del secretario del Juzgado de Paz de San Esteban Catarina que, según informes, parece -por la literatura que se encontró junto a su cadáver- de las FPL. Yo quiero adelantar, antes que la maledicencia diga lo contrario, que este asesinato no tiene ninguna relación de parte del Padre Alirio a pesar de haber sido matado en ese mismo pueblo. En cambio, sí tienen relación las capturas y amenazas que ya comenzaron en San Esteban Catarina, ojalá que el crimen del padre no se vaya a agravar más, con más torturas y amenazas y ofensas a los derechos humanos de aquella humilde población.

Tenemos que denunciar tantas amenazas y capturas, y la psicosis que estas amenazas van creando en el ambiente. Porque además de la amenaza, hoy está la contra amenaza: de quienes suponen que los que amenazaron fueron fulano y zutano y se van a cobrar venganza sin estar seguros. A Monseñor Rivera le pasó algo de esto, a otros cristiano de San Sebastián le pasa lo mismo; y sé de otros casos en que porque los amenazados sospechan que es un enemigo tal, que los ha mandado amenazar, ya van a ir a cobrarse venganza de aquel enemigo sin estar seguros. Esta situación se presta a muchos abusos, desquites personales. Yo los quiero suplicar, en nombre de nuestro Señor, Príncipe de la Paz, que no nos prestemos a esta clase de chambres y tan trágicos que pueden terminar con tantas vidas inocentes.

¿Cómo no va a denunciar la Iglesia todo esto?. El secuestro el 9 de agosto de don Jaime Conde, español. Secuestro que nadie se atribuye. Pero quienes sean, si están escuchando, consideren que un atropello a la libertad del hombre es también un crimen.

El gobierno de Estados Unidos, preocupado por la situación de El Salvador, ha tenido cosas muy interesantes que salieron en la prensa estos días. Recordarán, por ejemplo, cuando El Mundo publicó: "Señalan en Estados Unidos peligro para El Salvador". Que al ver la semejanza de nuestra situación con la de Nicaragua, enviaron nada menos que al Subsecretario de Estado, Viron P. Vaky. En una entrevista en una visita muy privada; pero ya que se publica podemos decir: se entiende que el Sr. Vaky llegó a la conclusión de que la situación salvadoreña es copia fiel de lo que pasó en Nicaragua. Que la polarización entre el Gobierno ultraderechista del Presidente Carlos Romero y la oposición se está volviendo tan intensa que torna improbable la solución moderada y aceptable a las dos partes.

Y explica en otro apartado entre comillas -son palabras del periódico que publicó esto allá en Estados Unidos-: "que el Señor Viron P. Vaky regresó de su visita a El Salvador con la impresión de que el régimen de Romero sufre un complejo de persecución y no está dispuesto a hacer ninguna concesión que facilitara el proceso de liberación".

¿En que quedamos?. Cuando aquí se anuncian elecciones libres, y otras cosas... allá en Estados Unidos, observadores de tanta categoría como es la misma Secretaría de Estado, llegan a decir que nuestro gobierno no está dispuesto a hacer ninguna concesión que facilite el proceso de liberación. Es triste, pero si esto fuese cierto, están cerrando la válvula que puede dar escape a esta situación explosiva. Esto no puede ser así... Esperamos que lo que anuncia el periódico: "El Presidente promete noticias de impacto para la próxima semana", que de veras nos dé este impacto de poder creer que la autoridad, que tiene que ser fuerza moral para dar solución a los problemas del país -como dice el Concilio-, "fuerza moral sobre base de libertad", sea esa la fuerza moral de nuestro gobierno, no la del fusil, no la de la metralleta, no la del cateo, no la de la represión...

Queridos hermanos, nosotros como comunidad que estamos iluminando estas realidades -realidades, no son fantasmas, presentadas por criterios imparciales, observadores políticos- no nos metemos a juzgar políticamente estas cosas, pero desde el evangelio decimos: "Eso no se puede hacer, este no es el camino". Y a ustedes les digo como cristianos: el camino seguro es el de la oración y también de la participación; pero por la participación legítima por donde Dios quiere.

Como miran, estamos como sentados en un polvorín; esto puede estallar si no es que está estallado ya. Para mí, casi es una guerra civil la que está pasando, una guerra civil clandestina en que la extrema derecha y la extrema izquierda se están cobrando. ¿No es eso una guerra? Quiera Dios que no vaya a desencadenarse más esto y que más bien encontremos a tiempo las soluciones que una fuerza moral, sobre base de libertad, pueda encontrar para nuestro querido país...

Yo creo que no es necesario tener que pagar con el precio tan caro que pagó Nicaragua su liberación -que todavía está ahora en veremos- cuando nosotros aquí podemos, precisamente, buscar una solución muy salvadoreña. Yo creo en la capacidad de los salvadoreños y creo que si se le espeta su libertad desde una fuerza moral que haga querer a la autoridad y no odiarla, los salvadoreños serán capaces de encontrar una solución, no a imitación de Nicaragua sino de nuestra propia solución salvadoreña... Esta es la carne sin Cristo. ¿Ven a dónde llevan tantas polarizaciones, tantos absolutos cuando se olvida al Único Absoluto?
 

2. LA CARNE EN CRISTO: UNA VIDA DE DIOS EN CARNE HUMANA

a) El misterio de la encarnación.

Los que no conocieron a Cristo y lo confundían con el hijo de José, con el carpintero de Nazaret, carnes sin Cristo, es porque no tuvieron en cuenta la Encarnación. Fíjense que ese nombre tan bonito de nuestra religión, la encarnación, nos está diciendo el sentido sublime de la carne. Cuando hubo una Virgen Purísima -bendito sea Dios que estamos haciendo este recuerdo en un templo de la Virgen, la Virgen del Rosario. Saludémosla siempre en el Ave María: Llena de gracia, el Señor es contigo-. Cuando hubo un ejemplar de la humanidad tan puro, tan santo como María, Dios le pide el consentimiento para encarnarse, para hacerse feto en sus entrañas y nacer como niño en Belén, y crecer amamantando a sus pechos: como hombre verdadero podía decir Él: "Tengo una mamá". El Hombre-Dios, esto sí es el Absoluto, porque Él trae toda la vida de Dios cuando el ángel le dice a María: "La virtud del Altísimo te cubrirá con su manto y lo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios". Ninguna mujer ha escuchado eso, porque ninguna mujer ha podido también unir las dos grandes coronas de la mujer: la virginidad y la maternidad. María las une porque es el tipo de la mujer que da de sus entrañas vírgenes y puras la fecundidad a la vida de Dios que ya se encarna, se hace carne-Dios. El verbo se hizo carne.

- La gran revelación: la carne-Dios.

Esto es lo que quiero decir en mi segundo pensamiento. No, yo, sino Cristo, cuando hoy en el evangelio nos habla de un principio de vida que se encarna. Cuando Él dice: "Nadie ha visto al Padre sino el que viene de Dios", es Él. Y cuando dice, comparando con la comida que conocían los judíos: el maná: "Los que comían el maná, volvían a morir, pero el que come el pan que Yo daré, vivirá para siempre, no podrá morir": ¿Cuál es ese pan? El pan que yo daré, mi carne, para la vida del mundo. La gran revelación: la carne, el Dios que se ha encarnado.

La carne de Cristo no es como nuestra carne, que nos matan y es un cuerpo que se pudre y el espíritu vuela desencarnado a Dios. Cristo, carne y espíritu, alma y cuerpo, todo es bajo una sola persona divina: el Verbo. El Verbo se hizo carne, todo lo que hace ese Verbo carne, es Dios, tiene valor infinito. Por eso cuando esa carne Dios es crucificada y entre los dolores de la carne, le da los méritos de Dios, la redención es infinita; y cuando llora porque lo persiguen, porque no le quieren entender su lenguaje, sus lágrimas, sus quejas, son quejas de Dios. Nadie puede comprender, sino con gran fe, el misterio de Cristo que es lo que tratamos de predicar en todos nuestros domingos.

b) En las lecturas de hoy.

Ese Dios que Cristo encarnó es lo que buscaban los hombres sin Dios, sin Cristo.

- La fuerza de Dios que busca Elías en su debilidad.

Recuerden ahora, otra vez, la primera lectura. Elías desalentado, defraudado, perseguido, amenazado, encuentra la fortaleza cuando un signo en el desierto le hace sentir que Dios está muy cerca. El pan misterioso que encuentra junto a él: "Come y con ese alimento caminarás". Recobra fortaleza y camina cuarenta días hasta el Monte Sinaí donde nos cuenta aquella preciosa teofonía: Vas a ver a Dios. "Sintió un huracán y -dice- en el huracán no estaba Dios. Sintió un incendio y -dice la Biblia- en el incendio no estaba Dios. Sintió un gran terremoto y -dice la Biblia- en el terremoto no estaba Dios. En cuarto lugar una suave brisa -acariciante como la de nuestros amaneceres o de nuestros atardeceres- allí estaba Dios. Parece que el Señor le quiso enseñar a Elías: no es la violencia, no es la fuerza de los elementos la que va a traer soluciones; te voy a inspirar en la suavidad de mi pensamiento, en la brisa de la paz. Y le dio las consignas bajo esa brisa: la victoria segura sobre su enemiga Jezabel, el rey que iba a ser cambiado, señalado por el profeta y otros signos de la victoria y de las cosas que se componen, no con los huracanes, ni terremotos, ni incendios, sino con la suave brisa del pensamiento de Dios.

- El principio divino que renueva al hombre por dentro.

Aquí tenemos que ese Dios de la brisa es el que se encarna en nuestro Señor Jesucristo; y, sobre todo, hermanos, yo quisiera ver a Cristo Nuestro Señor cuando San Pablo en la segunda lectura de hoy nos dice: "El Espíritu que nos sella". El hombre que cree en Cristo va como sellado por el espíritu de Dios.

O cuando nos habla de Cristo: "el Dios que me ha enviado para perdón de los pecados, para hacernos a todos los hombres hijos de Dios por la gracia".

Cuando Dios nos dice en la segunda lectura de hoy "Amad como Cristo se entregó por vosotros. Así se ama". La única violencia que admite el evangelio es la que uno se hace a sí mismo. Cuando Cristo se deja matar, esa es la violencia, dejarse matar. La violencia en uno es más eficaz que la violencia en otros. Es muy fácil matar, sobre todo cuando se tienen armas, pero ¡qué difícil es dejarse matar por amor al pueblo!
 

3. LA CARNE DEL HOMBRE SOLO SE LIBERA Y SE PROMUEVE POR LA CARNE DE CRISTO QUE DA LA VIDA AL MUNDO

a) Sólo debe haber una "absolutización" para los hombres: Cristo que nos lleva al padre, cabeza de la carne redimida.

Cuando Cristo en el evangelio de hoy nos asegura los medios como podernos hacer miembros de esa carne de Dios, nos está ofreciendo lo más rico que puede tener nuestra fe. Yo quisiera que aquí mis palabras recobraran toda la elocuencia y eficacia para que cada uno de ustedes, como yo, supiéramos comprender que nuestra vida, nuestra carne no tiene sentido, que es un absurdo cuando la absolutizamos en cosas de la tierra.

Cuando luchamos por liberaciones únicamente del tiempo, vale, sí, pero no vale todo lo absoluto que Dios ha puesto en nuestra capacidad humana. Que de veras somos hombres grandes aunque sea el más pequeñito de la comunidad, pero que se incorpore a la vida en Cristo. Cristo es el que nos da sentido a nuestra vida. Por eso, El se afana en este capítulo sexto de San Juan en presentarse como la figura del pan. El pan se come y se hace substancia de mi propia vida. Así debía ser Cristo, que me lo comiera, para que yo me hiciera Cristo, asimilarse a Cristo. Que cada cristiano pudiera decir como San Pablo: "Vivo yo, pero ya no soy el que vivo, es Cristo el que vive en mí".

Cuando Pablo VI hablaba de la Iglesia comprensiva de los movimientos reivindicativos de la hora actual, decía que la Iglesia también aportaba hombres liberadores para esta hora de la Iglesia y de la historia. Y ¿cuáles son esos hombres liberadores? El Papa decía: "aquellos que la Iglesia arma con una gran iluminación de fe, con una gran inspiración de amor y con una doctrina social bien prudente y bien eficaz". Cuando haya cristianos en El Salvador verdaderamente iluminados por la fe y por el amor de Cristo, y bien compenetrados de la doctrina social de la Iglesia, entonces tendremos en medio de organizaciones políticas la presencia de una Iglesia llevada por ustedes los laicos que tiene que ir a los campos políticos, sociológicos, económicos, técnicos; ustedes los seglares que tienen que ser los santos del mundo, santos políticos, santos comerciantes, santos profesionales; lo serán en la medida en que su profesión, su acción política se ilumine por el Cristo que es vida de Dios encarnada en el hombre.

b) ¿Cómo se realiza esa liberación y promoción por al carne de Cristo?.

En el evangelio de hoy, Cristo nos ofrece tres medios y aprovechémoslos primero la fe, segundo la gracia y tercero los sacramentos.

- La fe... dejarse "enseñar de Dios".

Para que miren que mi predicación es netamente eclesial, digo que no hay un hombre cristiano si no es por una fe como lo ha dicho Cristo hoy: "Nadie puede venir a mí si el Padre no lo trae".

- Es gracia de Dios la fe. La fe no es el producto de una reflexión humana. Nada humano puede producir algo divino y la fe es divina: sólo Dios la puede dar. Cuando el Padre me inspira: ¿quién es Cristo?, debo de darle gracias a Dios porque como Cristo le dijo a Pedro: "Eso no te lo ha revelado la carne ni la sangre sino mi Padre que está en los cielos". Es la fe que a esta carne de la tierra el hombre lo ilumina con luces de cielo. ¡Que no se pierda la fe!, queridos hermanos. Que cada vez busquemos más seguir a Cristo.

- Ir al Hijo.

Qué expresión más hermosa: "Venid a Mí", dice Cristo; "nadie puede venir a Mí si el Padre no lo trae". "Venid a Mí" es tener confianza en alguien. Cómo me da gusto cuando en los pueblitos humildes, la gente y los niños se agolpan a uno; vienen a uno; o va llegando uno al pueblo y le salen al encuentro, llegan con confianza porque saben que les lleva uno el mensaje de Dios.

Esta es la fe que Cristo quiere: "ir a Él". Que lo busquemos con la confianza con que angustiado busca a alguien que lo puede proteger. Creer en Cristo es tener confianza en Él, poner en Él toda nuestra vida. Pues eso no viene sino por el Padre. La fe es un don de Dios y El Salvador tiene mucha fe, la que nos enseñaron nuestros abuelos y nuestros padres. ¡No la perdamos, por favor!

- La gracia... (reconciliación... filiación divina).

¿Qué es la gracia? La gracia es la conversión del hombre que deja el pecado por vivir en amistad con Dios. Parecido a la fe pero más vivencial todavía. Es hacer mía la vida de Dios. Estar en gracia de Dios es estar en vida de Dios, de tal manera que cuando muere un hombre aquí está su destino. Si está en gracia de Dios, su destino es el cielo, la compañía de Dios para siempre, la vida de Dios que ya la tiene desde la tierra. Si no está en gracia de Dios, si está en pecado, si es víctima de sus pasiones, si sólo es un hombre de la carne sin Cristo, por más inteligente o hermosa que sea, allí no hay más que pecado y no puede entrar en el Reino de los cielos. ¡Vivir en gracia de Dios!, procuremos.

- la Eucaristía y demás sacramentos: "El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo".

Cabalmente el capítulo sexto de San Juan, dicen los comentaristas que fue escrito porque San Juan no quiso narrar, como los evangelios anteriores, la última cena así escueta y real: "Tomó pan en sus manos -lo que voy a hacer yo en la misa- y dijo: esto es mi cuerpo, esta es mi sangre". Eso no lo cuenta San Juan, pero nos cuenta una cosa más profunda, lo que significa ese sacramento. Podíamos decir que San Juan dio la charla presacramental y los otros evangelios administraron el sacramento.

Lo que hoy está haciendo la Iglesia, que no se bautice a nadie sin saber lo que va a ser el bautismo, que no se dé la confirmación si no sabe lo que es la confirmación. Así también, que nadie comulgue sin saber lo que es la comunión y que el sacerdote no celebre misa sin saber lo que está haciendo cuando dice, tomando en sus manos el pan para convertirlo en el cuerpo del Señor: "Esto es mi cuerpo".

Pero cuando uno ve a San Juan en el capítulo sexto, sí sabe por qué comulga. Sabe que aquel sabor de la hostia que es sabor de trigo, mi fe lo convierte en vida eterna. Entonces comprende uno la gran frase que hemos tratado de comentar hoy. "Este es el pan que yo daré, mi carne para la vida del mundo". Mi carne, pero no carne como la de los hombres sin Cristo. Carne de Cristo donde Dios se encarnó con toda la potencia, con todo el amor, con todo el mérito de la cruz, con toda la santidad de Dios en ese bocadito insignificante: la comunión, el pan que es carne de Dios que viene a santificar y cristificar y espiritualizar toda mi carne sin Cristo.

Señor, debíamos de decirle al terminar: no permitas que yo sea más un hombre sin Cristo, sino que habiendo conocido la belleza de tu encarnación, entonces, queremos nosotros ser hombres incorporados a Cristo. Que ojalá todas las comunidades que han tratado de hacer esta reflexión, sin salirse de la realidad del país y de la iglesia, traten de ser bienhechores desde una Iglesia donde Cristo administra sus sacramentos para darnos su carne que es vida del mundo, y desde allí ser luz y vida para todo el mundo. A eso estamos llamados como pueblo de Dios para que en todo lo que nosotros hagamos, seamos de verdad misioneros de la paz y del amor en medio de un pueblo. Así sea...
 

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