DIOS VIENE A SALVARNOS

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO


18 de Diciembre de 1977

Isaías 7, 10-14
Romanos 1, 1-7
Mateo 1, 18-24

Ya en las proximidades de la Navidad, las lecturas de la palabra de Dios nos hablan de esa cercanía que debe llenarnos de gran esperanza. Dios viene a salvarnos, podía ser el título de esta homilía de hoy. Dios viene y hemos de sentir sobre nuestros pesimismos, sobre nuestros desconciertos, y a pesar de que el horizonte de la vida de la historia se siente como cerrado, Dios viene y abrirá caminos de luz, solamente nos pide corresponder con fe, con confianza en Él. A la luz de esta cercanía, y viviendo profundamente esta esperanza, hemos de reflejar con esta alegría del corazón, que no es una alegría superficial, como muchos la tienen en Navidad, sino la alegría profunda de una fe, hemos de reflejarla, digo, sobre las realidades que nos circunscriben porque somos gente que lleva sus pies en la tierra y vive una historia y no puede prescindir de sus convicciones, de sus esperanzas íntimas, cuando siente también las repercusiones de la realidad que lo circunda. Cada uno lleva sus propias realidades, sus problemas personales; cada familia también tiene su historia, y la familia de familias, que es la patria, también está construyendo su historia y el reino de Dios que lo formamos quienes queremos humildemente seguir a ese Cristo, a ese Redentor, tenemos que ser un pueblo luz, un pueblo fuerza, un pueblo que, como el mismo Cristo lo definió, sea levadura en la masa, luz del mundo, sal de la tierra, y este es el objeto de esta predicación dominical. Yo le agradezco al Señor la buena voluntad de ustedes, queridos radioyentes y queridos amigos que visitan la Catedral y la llenan, porque esa presencia y esa atención ya es un signo de profunda esperanza. Construyamos todos los que nos sentimos responsables, bautizados en Cristo, formando por tanto este pueblo redentor del mundo, construyamos un reino de Dios que sea sólido, íntimo, santo, en el seno de una comunidad, para que desde allí irradie la belleza, la esperanza, la luz que nuestra patria espera.
 

EL PAPA Y NUESTRA PATRIA

Así me parece que sintoniza maravillosamente con este pensamiento de la Arquidiócesis el mensaje mismo del Papa, que apenas esta semana dirigió al nuevo embajador de El Salvador ante la Santa Sede, don Prudencio Llach. El Papa, según la noticia que leemos en la prensa, elogió el empeño del pueblo salvadoreño por mejorar sus condiciones generales de vida a partir de la visión global del hombre y de la humanidad enseñada por la Iglesia. La visión que la Iglesia tiene sobre el hombre y sobre su colectividad hay que tenerla en cuenta, dijo el Papa, para mejorar las condiciones generales de vida de nuestro pueblo. El Papa también manifestó al embajador de El Salvador: la Iglesia desea respetar en forma permanente la competencia del poder temporal, o sea del gobierno, y acepta un diálogo constructivo con las autoridades civiles. El Papa reivindicó para la Iglesia salvadoreña la imprescindible libertad para predicar la fe, enseñar su doctrina moral y social y ejercer su misión entre los hombres sin ninguna traba. Ese camino, dijo el Papa, puede prevenir males y superar un clima de violencia que desgraciadamente ha causado también lutos en el campo eclesial. El Papa no se olvidó de nuestras víctimas, sacerdotes y colaboradores de la evangelización de nuestra patria. También destacó el Papa la necesidad de construir una atmósfera social en la que se enmienden evidentes injusticias que impiden que los bienes creados lleguen de manera equitativa a todos. Este breve resumen del mensaje del Papa, el cual va a ser publicado cuando llegue íntegro, me da una inmensa alegría, porque yo encuentro aquí los pensamientos del Papa perfectamente poniéndole base a la actitud evangélica de nuestra Iglesia arquidiocesana. No hemos dicho otra cosa distinta que la que el Papa acaba de decir, hemos defendido la visión global del hombre que la Iglesia actual está predicando aquí en El Salvador y hemos dicho que no se confunda esa visión global con otras ideologías que no son la mentalidad de la Iglesia. También hemos proclamado el respeto al poder temporal. De parte de la Iglesia no ha habido una intromisión en el poder temporal y también hemos aceptado, como dice el Papa, un diálogo constructivo. Constructivo quiere decir que sea sobre bases de hechos, de sinceridad. Estamos dispuestos, como el Papa lo augura, a un diálogo, pero en un ambiente de confianza en que van a ser no sólo promesas sino hechos y sinceridad.
 

EL PAPA Y LA LIBERTAD

Esto es hermoso, es lo que hemos defendido siempre, el Papa defiende la libertad de predicar la fe de la Iglesia, sin ninguna traba, y que se la deje ejercer su ministerio entre los hombres. El ministerio de la Iglesia abarca también los derechos humanos, porque ella es defensora de la ley del Señor en la Tierra y todo cuanto atropella la dignidad, la libertad, es parte de la misión de la Iglesia, por eso el Papa apoya, pues, el ejercicio de esta misión de la Iglesia entre los hombres, sin ninguna traba. Y lamenta el Papa que haya habido lutos en el campo eclesial y llama a prevenir estos males, superando un clima de violencia. También hemos gritado con el Papa contra la violencia, sea la violencia que se institucionaliza, que reprime, sea también la violencia que subvierte, del oprimido, cuando se mancha esa violencia con el pecado, con el odio, con el resentimiento. La Iglesia no puede tolerar una violencia manchada de pecado. Y también destacó el Papa, y esta idea hay que tenerla muy clara, que se debe construir en El Salvador una atmósfera social en que se enmienden evidentes injusticias. El Papa señala, pues, una injusticia evidente en nuestro ambiente y pide una organización social en la patria, de manera que los bienes creados lleguen equitativamente a todos. Hermanos, como ven, en esta Navidad yo siento como un gran regalo del magisterio de la Iglesia esta comprobación de que la predicación de nuestra Arquidiócesis va en un sentido, verdaderamente según el evangelio, porque el Papa es para mí, siempre, la piedra de toque de la autenticidad de una doctrina revelada por Dios a los hombres.
 

LEYES JUSTAS PARA LOS POBRES

Por eso me alegra, hermanos, no todo es pesimismo. Así como hemos reprobado injusticias, leyes que no están de acuerdo con el pensamiento cristiano, me alegro de haber conocido un proyecto de ley titulado "Ley de impuesto a los inmuebles rústicos". Los considerandos hacen honor a un gobierno que se preocupa del bienestar de los sectores de menores recursos, particularmente en las áreas rurales, en las que es necesario cumplir servicios, prestaciones, para resolver los problemas de la salud, la educación, la vivienda y otros, y que naturalmente esos recursos tienen que salir de los mismos sectores agropecuarios, sin quitar por eso el entusiasmo para seguir progresando en la técnica de esos sistemas agropecuarios. Es decir, esta es la justicia cristiana y social. Ojalá cumpliendo el deseo del Papa tengamos también un día en El Salvador esas leyes que tengan en cuenta sobre todo esos sectores de menores recursos, y así veremos cómo una patria por el mismo hecho de descartar las injusticias sociales superará los peligros del terrorismo, desaparecerán odios, diferencias, cuando las mismas leyes nos den una institución nacional conforme al pensamiento de Dios que lo ha creado para que todos nos sintamos hermanos.

Por eso también, hermanos, a la luz de este pensamiento yo quiero hacerme solidario de 280 niñas, 280 varones y 60 adultos que frecuentan la escuela Concha Viuda de Escalón, fundada hace 34 años, y que está en peligro de sufrir un desalojo injusto. Yo suplico, pues, a quienes tienen la competencia de resolver justamente este problema, así como espero también una justa solución con respeto a la dignidad humana del problema laboral surgido en la fábrica Quality y en el desalojo de campesinos de la hacienda de San Francisco de Zacatecoluca.
 

ALEGRÍAS DE NAVIDAD CON SACERDOTES

Quiero alegrarme también, hermanos, en esta Navidad, en esta semana, la Iglesia ha vivido momentos muy felices. Por ejemplo, el jueves: una reunión del clero muy valiosa, en que evaluamos las circunstancias en que hemos trabajado durante este año tan complicado. Creo que podría destacar tres notas de esa reunión de los sacerdotes: la sinceridad, la solidaridad con el obispo y el optimismo. Una sinceridad en la que no se callaron las mismas deficiencias y hasta los pecados que pudimos haber cometido en circunstancias tan raras en nuestra vida eclesial de este año. Una sinceridad que nos llevaba también a buscar medios auténticos de evangelio para construir como colaboradores de Cristo ese reino de Dios en El Salvador. La solidaridad con el obispo me ha conmovido profundamente, de tal manera que este domingo, cuando estoy hablando aquí yo con mi voz, siento que es todo un presbiterio, todo un conjunto de sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos en el trabajo pastoral de la arquidiócesis que me está respaldando, no es mi voz sola, una voz que clama en el desierto, sé que en cada parroquia, en cada comunidad, hay un sacerdote, una comunidad religiosa, un grupo de fieles que está plenamente solidario con el pensamiento de aquel que indignamente ha sido escogido para ser la cabeza de la diócesis y la expresión de la vida de la Iglesia de toda la región. Yo les agradecí profundamente, ellos se comprometieron a solidarizarse cada vez más, de tal manera dijeron que me devolvían aquella frase: "Quien toca a un sacerdote toca al obispo", los sacerdotes podemos decir: "Quien toca al obispo toca a todos los sacerdotes". Les agradezco profundamente, queridos hermanos sacerdotes, y sepan que jamás en mi conciencia traicionaré ese profundo voto de solidaridad y de confianza. También los felicito por el optimismo, la alegría, hasta para sufrir, si es necesario, por el nombre del Señor. Un propósito así, pues, está lleno de grandes esperanzas para todo nuestro pueblo, al cual le suplico que se muestre solidario, también amigo comprensivo, del trabajo de nuestros queridos sacerdotes.

En Suchitoto, junto con todos los sacerdotes del Departamento de Cuscatlán, después de celebrar a la Patrona "Santa Lucía", tuvimos una reunión que también es todo un sentido de promesa y de solidaridad. Quiero expresar aquí ya, en público, el agradecimiento de aquella parroquia y de toda la arquidiócesis a nuestro querido Monseñor Chávez y González que se ha retirado con la satisfacción de decir: ¡misión cumplida!. Dios lo bendiga, Monseñor; ojalá que el Señor siga bendiciendo sus años, que el Señor le conceda como bello ejemplo de fidelidad sacerdotal al trabajo, a la jerarquía, al pueblo de Dios.
 

CELEBRACIONES EN LA ARQUIDIÓCESIS

Celebramos la fiesta en Tacachico en honor de San Pablo, patrono, y de la Inmaculada Concepción; una comunidad bella, entusiasta, alegre, acogedora. Quiero felicitar al Padre Párroco, el joven Jorge Salinas, por lo bien equilibrado que va llevando el ministerio en aquella parroquia.

Ayer sábado, llevamos a San José Villanueva una comunidad de hermanas Pasionistas; me alegró mucho el espíritu de entrega con que ellas van y la acogida generosa que el pueblo les ha brindado.

Ayer también, por la tarde, estrechamos calurosamente al Padre Agustín Grisseri, que celebraba en El Calvario 50 años de vida sacerdotal. ¡Dios lo bendiga!

Y tres avisos para finalizar esta parte, hermanos.
 

TRES ANUNCIOS

El primero es que mañana a las 9 de la mañana se va a celebrar en Quezaltepeque, en el colegio San José de las hermanas Dominicas, la fiesta del Patrón San José. Varias comunidades harán acto de presencia en este acto parroquial, que se celebrará, pues, en el amplio local del Colegio de las hermanas, Colegio San José en Quezaltepeque.

También el segundo aviso es que en la noche de Navidad, aquí en Catedral, vamos a celebrar la misa a las 7 de la noche, movido por las circunstancias, queremos anticipar esta hora, de modo que les invito para que a las 7 de la noche, el 24, nos reunamos aquí en Catedral. Esperamos que la misa será transmitida por esta emisora. Al terminar la misa, las madres, esposas y familiares de los desaparecidos, van a tener una reunión de familia, una cena pascual de familia, y hacen un llamamiento a todos los hogares que sufren estas ausencias, aquí en la cripta de Catedral, con fin meramente humano y religioso, pidiéndole a las familias que celebran su cena de Navidad sin la angustia de un desaparecido que pidan mucho al Señor, que regresen al hogar esos seres queridos y que otro año encuentre los hogares más felices en esta Navidad. Por esto mismo, hermanos, qué gusto le daría a la Iglesia si, como un gesto de esa benevolencia que el Embajador de El Salvador fue a expresar al Papa, nuestro gobierno decretara con motivo de la Navidad una amplia amnistía y trajera la alegría, el consuelo a tantos hogares.

Y finalmente el aviso de que la jornada de la paz iniciada por Pablo VI tendrá un eco muy grande aquí en El Salvador, en la Catedral. Los días 4, 5 y 6 de enero, habrá conferencias por personajes de destacada actualidad, como Monseñor McGrath, Arzobispo de Panamá, que ya confirmó su presencia, y otros oradores. A todos les invito para que recemos esos días como una oración de solidaridad con el deseo del Papa de que haya verdadera paz en el mundo.

Y en este ambiente llega, hermanos, la Navidad, Dios viene a salvarnos, nos grita la palabra de Dios en este domingo. Yo quiero exponer estas tres ideas para reflexionarlas profundamente durante esta semana.

1ª. Hay un plan de Dios para salvar al mundo.

2ª. La Iglesia es la encargada de prolongar ese plan de Dios en la historia.

3ª. La reacción de los hombres, lo que Dios espera para salvar al mundo.

 

1ª. HAY UN PLAN DE DIOS PARA SALVAR AL MUNDO

Sí, la primera idea es que existe un plan de Dios para salvar al mundo, nos lo ha descrito hoy con palabra inigualable el apóstol San Pablo. Este evangelio que yo predico, dice Pablo, prometido ya por sus profetas en las escrituras santas, se refiere a su hijo, nacido según lo humano, de la estirpe de David y constituido según el Espíritu Santo hijo de Dios con pleno poder por su resurrección de la muerte, Nuestro Señor. Por él hemos recibido el don y esta misión de que todos los gentiles, todo el mundo, responda a esta fe. ¿Qué quiere decir eso? Que Dios no está improvisando, que Dios cuando previó la caída del hombre, la ruptura del diálogo que se había entablado en los orígenes de la historia, previó también una redención. Una redención en la cual él, su hijo, personalmente vendría a esta tierra. Y aquí la palabra de Dios nos describe en el evangelio de San Mateo que ese proyecto eterno de Dios no fue una utopía, sino que un día lo anuncia como un signo, por medio de un profeta, Isaías, que se encuentra frente a un rey, Acaz, afligido porque dos reyes vecinos, el de Israel o sea la parte Norte de Palestina, y el de Siria, Damasco, habían confabulado ir a quitarle el trono y él buscaba el apoyo en el rey de Asiria, poderoso, para que viniera a defenderlo. Isaías le dice al rey que no confíe en los hombres, que confíe en la Promesa de Dios, que ha prometido que un vástago de David -Acaz es descendiente de David y va ha tener un hijo ya próximo el rey que va ser su sucesor Ezequías-, pero la promesa no mira solamente a aquella mujer fecunda, esposa de Acaz, sino que, proyectándose en la promesa de Dios a David, le dice que será una mujer extraordinaria, es un signo de la potencia de Dios que siendo Virgen y quedando Virgen será madre de un hombre que tendrá por nombre Emmanuel, Dios con nosotros.
 

MARÍA Y LA NAVIDAD

Qué bella figura en la aurora de los tiempos de María, Nuestra Señora. María no puede estar ausente de nuestras esperanzas navideñas. Una Navidad sin la Virgen es una Navidad sin ternura, una promesa de salvación sin una mujer bella, Virgen, encantadora, Santa, no sería una redención humana como Dios quiere dar sus gracias a los hombres por medio de la ternura de una madre. En estos días de Navidad, que crezca hermanos en el corazón nuestro amor a la Virgen María, la madre de Emmanuel, Dios con nosotros. El rey Acaz no quiere una señal, confía más en el rey de Asiria. Isaías lo reprende: casa de Judá, no te aburres de cansar a los hombres sino que estás provocando al mismo Dios. Y cuando llegó la plenitud de los tiempos, el evangelio de San Mateo que se ha leído hoy, cuenta cómo se cumplió al pie de la letra la promesa de siete siglos atrás: Isaías. Una Virgen de Nazareth recibe el saludo del ángel y la promesa "vas a dar a luz un hijo que será el perdonador de los pecados del pueblo".
 

CRISTO PERTENECE A NUESTRA HISTORIA

Cuando José, según el relato de hoy, desconcertado ante el embarazo de su mujer, que por obra de un milagro del espíritu de Dios va a tener un producto virginal, oye la promesa también que le dice: ponle por nombre Jesús, que quiere decir salvador de los pecados del pueblo. Este es el Dios que nos salva: Emmanuel. San Pablo en su lectura de hoy inicia una teología que a lo largo de los siglos será el tema sabroso de todos los teólogos, aún hoy se está estudiando como un tema de moda: la cristología, el tratado de Cristo. San Pablo pone las bases, las bases de una teología auténtica, de una cristología, un tratado de Cristo porque dice: por una parte, descendiente de David según la carne, este Cristo es hombre, perteneciente a una dinastía de reyes. Dios lo ha prometido, y como hombre pertenece a nuestra historia, sufre como los hombres, lleva en su corazón de hombre la angustia de todo el mundo, es humano. Qué bello pensar, hermanos, que el Emmanuel, Dios con nosotros, es un hombre, es humano, me comprende, me acompaña, me consuela, me ilumina, pero por otra parte dice San Pablo: según el espíritu de Dios, ungido por el Espíritu Santo, en las entrañas en la mujer bendita que lo iba a tener es hijo de Dios.
 

EL PROYECTO DE SALVACIÓN

Un día nace Cristo en Belén, ungido por el Espíritu Santo. No ha sido el producto de un consorcio carnal de hombre y de mujer, ha sido el engendro milagroso virginal, y nace virginalmente, el que va a traer una carne inmaculada para inmolarla en la cruz para la salvación de todos los hombres. Y un día, tres días después de morir, resucita. Y aquella carne de la Virgen hecha carne de Jesús va también como hijo de Dios a sentarse a la diestra de Dios Padre. Y allá vive, vive eternamente, el hijo de David según la carne, hecho por el espíritu Hijo Dios. Y desde el cielo envió su espíritu divino, y aquí está el proyecto de salvación de todos los hombres. Ese espíritu divino conquistado por el hijo de David, que se hace por la resurrección hijo de Dios, es un espíritu que puede invadir a todo hombre que quiera dejarse arrollar por esa fuerza de redención. San Pablo, no lo olviden, está escribiendo a los Romanos. Los del imperio romano eran paganos, no eran judíos, y Pablo les dice: "Yo que he sido escogido para predicar esta redención a los gentiles, a los no judíos, me alegro de ir a vosotros romanos, voy a llevaros la redención que Cristo trajo también para vosotros. También vosotros sois pueblo de Dios". Y esto es lo que yo quiero decirles ahora a ustedes, queridos hermanos, queridos radioyentes, que a ustedes les puedo decir también lo que San Pablo decía a los romanos de su tiempo: "A todos ustedes, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de su pueblo santo, os deseo la gracia y la paz de Dios nuestro padre y del Señor Jesucristo". Quiere decir que esa redención proyectada por Dios está llegando a todos los hombres, no queda excepción alguna.
 

TODOS LLAMADOS AL PERDÓN

Todo aquel que se sienta pecador, que se sienta que sus pecados son imperdonables, quién sabe si me está escuchando aquel que tiene la mano sangrienta por haber matado al padre Grande, aquel que disparó contra el Padre Navarro, aquel que ha matado, que ha torturado y ha hecho tantas maldades, óigalo allá en sus antros de criminal, tal vez ya arrepentido, tú también estás llamado al perdón. Cuando he gritado contra la violencia siempre he añadido el arrepentimiento de tu pecado para que te hagas hijo de Dios. Pablo predica a los romanos, un pueblo pagano donde abundaban los crímenes, las injusticias, y les dice: también a ustedes los está llamando esta redención en Cristo, pero en Cristo. En Cristo traído por la Virgen. Hermanos, y esta redención que es del pecado, porque así le dice el Ángel a San José: "llámale Jesús porque él va a perdonar los pecados del mundo". De allí parte la liberación cristiana.
 

MINISTERIO DE LA IGLESIA: LA LIBERACIÓN

Cuando ahora luchamos por los derechos humanos, la libertad, la dignidad, cuando sentimos que es un ministerio de la Iglesia preocuparse por los que tienen hambre, por los que no tienen escuela, por los que sufren marginación, no nos estamos apartando de esta promesa de Dios. Viene a librarnos del pecado, y la Iglesia sabe que las conclusiones del pecado son todas esas injusticias y atropellos. Por eso la Iglesia sabe que está salvando al mundo cuando se mete a hablar también de estas cosas. Y el Papa, recogiendo el eco de los obispos en 1974, en el Sínodo, oímos, dice el Papa: el clamor de millones de hombres, traídos por los obispos a Roma, pidiendo a la Iglesia una ayuda en su liberación, la Iglesia no puede ser sorda, y la Iglesia se preocupa de promover la liberación del pecado y todas las consecuencias del pecado, y dijo esta hermosa frase entonces el Papa, que está escrita en la "Evangelii Nuntiandi": "La Iglesia acepta la lucha de los hombres por la liberación, pero la incorpora al proyecto de salvación universal". ¿Qué quiere decir? La Iglesia sigue construyendo el plan salvador de Dios, no se ha apartado y cuando ve en los hombres, en los pueblos de América, el ansia de liberación, incorpora esa ansia, esa lucha, a la liberación cristiana, en Cristo, y les dice a todos los que trabajan por la liberación: que una liberación sin fe, sin Cristo, sin esperanza, una liberación de violencia, de revoluciones, no es eficaz, no es auténtica. Que solamente tiene que partir de la redención en Cristo, de la redención del pecado. Que de nada servirían leyes y estructuras mientras los hombres no se renovaran por dentro arrepintiéndose de sus pecados y tratando de vivir más justamente.
 

2ª. LA IGLESIA ES LA ENCARGADA DE PROLONGAR ESE PLAN DE DIOS EN LA HISTORIA

Este es el proyecto de Dios, por eso les digo mi segunda idea, que este proyecto de Dios lo transmite por su Iglesia. La Iglesia hoy, en 1977 y dentro de pocos días en 1978, no está haciendo otra cosa que lo que ha dicho San Pablo: predicar el evangelio de Dios, el proyecto de salvar el mundo en Cristo Jesús. Por eso le duele a la Iglesia cuando se sospecha de su misión, lastima su dignidad cuando se quieren constituir jueces de su modo de predicar. La Iglesia ha recibido de Dios el encargo y el Papa lo acaba de decir al embajador de El Salvador en Roma, que no se le pongan estorbos a esa evangelización, a esa predicación, a ese proyecto salvador de Dios que la Iglesia tiene que desarrollar también en El Salvador sin ninguna traba. Esta será la libertad que siempre clamará la Iglesia y que no se dejará encadenar aún cuando tenga que callar. Hermanos, la Iglesia no sólo somos los obispos y los sacerdotes, la Iglesia son ustedes los bautizados, la familia cristiana, los profesionales, los estudiantes, los obreros, los campesinos; al decir aquí, pues, que la Iglesia está prolongando este plan salvador de Cristo, quiero hacer un llamamiento, hermanos, a que todos ustedes bautizados, vibren, palpiten con el entusiasmo del plan de Dios, un plan que nadie puede detener, un plan que tiene que realizarse porque Dios lo quiere, de salvar a los hombres en Cristo, dar a conocer a Cristo por medio de María la Virgen que dio a Dios, al Emmanuel, Dios con nosotros. Es el gran deber, sacrificada obligación de todos los cristianos.
 

3ª. LA REACCIÓN DE LOS HOMBRES. LO QUE DIOS ESPERA PARA SALVAR AL MUNDO

Y por último, hermanos, fijémonos en esta reacción de los hombres frente al plan de Dios que sigue siendo el proyecto de la Iglesia. Encontramos aquí personajes interesantes; en primer lugar encontramos un rey, que bajo el pretexto de una falsa religiosidad dice: yo no quiero tentar a Dios, no le quiero pedir ese signo que tú me ofreces. Y el profeta lo reprende: No es por no tentar a Dios, es porque quieres seguir tus proyectos humanos, porque quieres confiar más en la potencia de las armas, quieres más al rey de Asiria que los proyectos de Dios. Y fue triste este rechazo de la promesa de Dios porque a los pocos años, aquel que llamó Ajaz para venir a socorrerlo, vino a invadirlo y a llevar presos en el famoso destierro de Judá.

Es una manera de rechazar a Dios, es una manera de reaccionar ante los proyectos de Dios, triste manera, el rechazo. Cuántos están rechazando en esta hora la predicación de la Iglesia en El Salvador, desprestigiándola, calumniándola. Como a los fariseos, les puede decir Jesucristo: "hipócritas que no entran ustedes en el reino de Dios ni dejan que otros entren". Hermanos, yo apelo a la madurez de juicio de todos ustedes para que no se dejen seducir, para que no se dejen envolver por la falsa religiosidad del Rey Ajaz, para que no rechacen la palabra sencilla del evangelio la palabra que pide sacrificios, que pide renuncias, que pide igualdad, que pide amor.
 

EL PROYECTO DE DIOS Y LOS CÁLCULOS HUMANOS

Naturalmente que duele esta palabra y es más fácil rechazarla, pero es el caso, hermanos, que las reacciones contra el proyecto de Dios también parten de los buenos. Aquí tenemos un caso también que es muy bueno meditarlo. San José está desconcertado, ¿cómo es posible que su esposa tan buena vaya a ser madre sin concurso de varón? Una tentación, mala fe de un esposo justo y santo, acerca de una esposa igualmente santa. Y la Virgen también se desconcierta cuando le dice al ángel: "¿cómo puedo ser madre si no tengo relaciones con un varón?". Y, hermanos, los proyectos de Dios están muy por encima de los cálculos humanos y el ángel le tiene que contestar a María: "también tu prima Isabel, anciana y estéril, va a ser madre porque para Dios no hay imposible". Esta es la fe, cuando la Virgen dice: "entonces, he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra", o como dice el evangelio de hoy de San José: cuando despertó de su sueño, acepta la palabra del ángel y toma, ya sin dudas ni desconfianza, a su propia esposa, María.
 

LA HORA DE LA PRUEBA

San Pablo también es otro ejemplo, un hombre perseguidor que creía que el cristianismo estorbaba a su religión judía y allí lo derriba Cristo resucitado de su cabalgadura de perseguidor, para hacerlo apóstol de los gentiles. Miren cómo, hermanos, aún en nuestra fe puede haber pruebas difíciles. ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo Dios permite esto? Esto no puede ser de Dios. ¿No es verdad que en el corazón de todos nosotros ha surgido esta tentación más de una vez? Es la hora de la prueba, es la hora en que el proyecto de Dios quiere imponerse, no porque los hombres lo crean posible, sino porque nos ama y para el amor de Dios no hay imposibles. ¿Quién iba a creer que un Dios se iba a hacer hombre y quedar desprestigiado, muerto en una cruz?. Pues fue tan posible, que sin él no hay salvación. Creamos, hermanos, esta es la reacción de Navidad, cuando Isabel le dice a María felicitándola porque va a ser madre: "bienaventurada tú, que creíste". Nos está invitando a profesar esa virtud necesaria hoy más que nunca. Mucha fe, la fe consiste en aceptar a Dios sin pedirle cuentas a nuestra medida. La fe consiste en reaccionar frente a Dios como María: no lo entiendo, Señor, pero hágase en mi según tu palabra. Yo sé, Señor, que esta Navidad es un acercarse tuyo a nuestro pueblo salvadoreño, yo sé que nuestro gobierno, que nuestros colaboradores, que nuestra Iglesia, que están todos preocupados de un feliz porvenir, yo sé que nadie quiere sangre, violencia y desgracia. Señor, enséñanos los caminos aunque no los comprendamos, danos la señal de que tú estás con nosotros porque el Emmanuel, Dios con nosotros, no es una promesa de algo que pasó, es un Dios que se quedó, vive en medio de nuestro pueblo y esta es la gran confianza de esta Navidad de 1977, Dios está con nosotros; Dios viene personalmente a salvarnos, no sabemos cómo pero viene. Mucha esperanza, hermanos, por favor, mucha oración, una Navidad de plegarias, una Navidad de súplicas: Señor, sufrimos mucho; Señor, este pueblo está desconcertado; Señor, danos paz; Señor, tú que salvas, cuenta con nuestra buena voluntad. Queremos ser como Pablo, como José, como María, no queremos dudar de ti como Ajaz, queremos ser hombres y mujeres creyentes, entregados a ti, colaboradores de tu reino. Hermanos, que cada uno en su profesión, en su trabajo sea un colaborador de Dios. Siempre paz, siempre optimismo, siempre esperanza; vendrá el Señor a salvarnos. Así sea.

Creemos en un solo Dios...
 

ÍNDICE GENERAL | CICLO A | ANTERIOR | SIGUIENTE |