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La ignorancia original... y originante

Gen 3, 1-24

Juan UC BE


 

 

A los bosques, en su año internacional

 

En la gran asamblea de los animales del Bosque, todos estaban de acuerdo en la urgencia de hacer llegar a los humanos un nuevo mensaje de paz. En el lenguaje misterioso que sólo ellos hablan, la pareja de Ardillas decía que primero había que recordar bien, tanto a los animales como a los humanos, el origen de todos los problemas y cómo llegaron éstos a la violencia en contra de los animales y los árboles, pues ya lo habían olvidado.

Entonces se adelantaron las Serpientes, hembra y macho, y dijeron: desde nuestros antepasados, las primeras serpientes y hasta ahora, nosotros guardamos en la memoria aquella vieja historia, que es diferente a la que oímos que se cuentan los humanos entre sí, en la que según ellos se cree que fueron nuestros antepasados serpientes los instrumentos del mal. Por eso déjenos a nosotros recordarles ahora lo que ha pasado.

“Se dice que Eva y Adán admiraban su propia belleza mirando su reflejo en las aguas de un lago del Bosque del Edén. Y se preguntaron: ‘¿Por qué, aunque somos semejantes a Dios, no somos iguales a Él?’

Y se dijeron: ‘¿Así que Dios nos ordenó no comer aquel hermoso Árbol que está en medio del Bosque, ni tocarlo, porque de lo contrario conoceremos lo que es morir?’.

Luego se dijeron: ‘¡No, no moriremos por eso, Dios no permitiría tal cosa!. ¿No será, más bien, que Él sabe que, si comemos de ese Árbol de la Sabiduría, se nos abrirán los ojos y podremos ser como Él, conocedores de todas las cosas?’.

Entonces vieron que el fruto de aquel Árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir sabiduría y poder y decidieron tomarlo y comer de él. Así lo hicieron. De pronto, se les abrieron más sus ojos de ambos y descubrieron que estaban desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas grandes de algunas plantas… Entonces, desde ese día sintieron que ya no eran los mismos, que su ser había cambiado.

Y Dios dijo al Hombre y a la Mujer: ‘por haber codiciado el saber y el poder y, por haber comido de éste Árbol de la Sabiduría, antes del tiempo señalado y lejos del modo indicado, se han adentrado ustedes en un camino que les llevará a enormes riesgos y tentaciones’.

Después Dios se dijo a sí mismo y a sus fieles servidores: ‘La Mujer y el Hombre han creído haber llegado a ser como uno de nosotros, en el conocimiento del bien y del mal”. Y suspirando se dijo: “Ah, si apreciaran la grandeza de ser semejantes a Mí…. Ahora cuidemos más de los humanos, no vaya a ser que también extiendan sus manos, tomen del Árbol mayor, el Árbol de la Vida, y coman de él creyendo que vivirán para siempre’.

El Hombre y la Mujer habitaron y poblaron el Bosque del Edén y se multiplicaron en sus hijas e hijos. Y conocieron muchos misterios y se sintieron muy seguros de sí. Pero no tardó y llegó el tiempo en que se dijeron: ‘¿y no acaso podemos ver y saber aún más?’ Y fueron de nuevo a buscar el Árbol de la Sabiduría y al encontrarlo vieron que éste ya había crecido mucho y he aquí que una fuerza les impedía alcanzar y bajar su fruto. Entonces decidieron cortarlo. Eso hicieron, cortaron el Árbol Sabio, primero su tronco y después sus ramas, en tres grandes pedazos lo trozaron. Así pudieron tomar y comer su fruto. Pero entonces sintieron que se les nublaron los ojos y ya no pudieron ver lo que antes sí veían y sintieron que su ser había cambiado.

Y les dijo Dios: ‘por haber cortado el Árbol de la Sabiduría, su Libro Maestro, ahora sólo podrán ver parcialmente y la Vida la conocerán sólo en pedazos. Por ello, desde ahora, les será muy difícil discernir entre el bien y el mal’.

Y el Bosque del Edén ya no tuvo el esplendor de antes. Pasó el tiempo y las hijas e hijos del Hombre y la Mujer siguieron multiplicándose. Se alimentaron de todo lo que en el Bosque había, como Dios les había dicho, de todos los frutos de las plantas y animales, pero sólo de sus frutos. Pero siguieron cortando los árboles, con ambición y sin medida. Y no tardó en llegar el tiempo en que sintieron que la carne de los animales del Bosque era apetitosa para comer, agradable a su vista y deseable para adquirir fuerza y se dijeron entre sí: ‘¿por qué, si podemos comer de todo lo que hay, no podemos también comer de la carne de los animales?, ¿quién dijo que no podemos? ¡Sí, probemos!, ¡así adquiriremos las habilidades y poderes de todos los animales que comamos!’ Entonces, por primera vez, mataron animales para comerlos y ya no sintieron más que fueran sus hermanos pequeños en la Creación.

Y el Bosque del Edén perdió aún más su esplendor y sintieron que ellas y ellos ya no eran los mismos, que su ser había cambiado más, que en su corazón ya no había compasión y que, en su cuerpo, por dentro, estaban sucios, que todos sus sentidos se estaban nublando. Más tarde, escucharon que la sangre de los animales clamaba al cielo.

Y se lamentó Dios y dijo a las hijas e hijos de la Mujer y el Hombre: ‘han tomado por fin del Árbol de la Vida, y para comer de él también lo han cortado al matar a los compañeros que les di, a los animales. Por haber hecho eso ustedes, desde ahora conocerán y sufrirán otros males mayores, empezando con aquel que ustedes mismos llamarán la enfermedad’.

Y el Bosque del Edén siguió perdiendo su esplendor. Las hijas e hijos del Hombre y la Mujer seguían multiplicándose y acabando con las muchas especies de animales del Bosque. Y vivían enfermándose a consecuencia de lo que hacían. Pero no tardó el tiempo en que se dijeron entre sí: ‘¿acaso no podemos tener más animales y más tierras?’ Entonces entró el odio y la enemistad entre ellos y ellas y se pelearon entre sí y se mataron y conocieron lo que es la terrible guerra. Además, siguieron cortando muchos más árboles, bosques enteros, con sus animales y así destruían el gran Bosque de bosques, el Edén.

Y Dios se lamentó y lloró tanto que se formaron nuevos mares y muchos lagos…

Al terminar de contar esta historia, la asamblea de los animales guardó un profundo silencio…

Luego, los animadores en turno de aquella gran asamblea, la Coneja y el Conejo, dijeron a todos los demás animales: “no estemos tristes ni enojados, recordemos que desde hace unos años contamos entre los humanos, con algunas mujeres y hombres conscientes, que nos defienden de verdad, no sólo de dientes para afuera, no sólo a sus mascotas, y que a esas personas nos podemos dirigir ahora para hacer una gran campaña mundial por la Compasión; con la ayuda del Gran Espíritu Creador y de esas personas, que son cada vez más, nos podemos salvar, los animales, los humanos y todos los demás seres de la Naturaleza.

 

Juan Uc Be

Yucatán, MEXICO

 


 



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