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LOS AHIJADOS DE SAN PEDRO Y SAN PABLO[1]

1 Reyes 17, 7-16

Cirilo VALENCIA TORRES


 

 

Se cuenta que san Pedro y san Pablo tuvieron un ahijado cada uno aquí en la tierra. Un día, platicando los dos, Pedro preguntó:

- Tú, Pablo, ¿qué deseas que tenga o haga tu ahijado?

- Yo quiero que tenga de todo, que sea reconocido, que no le falte nada; que tenga ganado, sirvientes y un lugar donde vivir – contestó san Pablo -

- Y tú, Pedro, ¿qué quieres para tu ahijado?

- Yo quiero que sea respetuoso, humilde y que tenga esposa e hijos – respondió, sonriendo, san Pedro-

Pasado un tiempo, se dispusieron los dos para venir a visitarlos a la tierra. Empezaron la visita en casa del ahijado de san Pablo.

Ambos habían decidido presentarse vestidos muy pobremente. Llegaron a la hacienda y se admiraron de todo lo que tenía: sirvientes, ganado y poder. Saludaron y preguntaron por el ahijado. El portero les dijo que esperaran mientras avisaba.

Dicho sirviente, al llegar ante su amo, le describió a las personas que lo buscaban, o sea, le dijo que eran personas humildemente vestidas. Al saber esto, el amo le dijo al sirviente:

- Diles que me esperen, que estoy muy ocupado atendiendo a gente importante.

El sirviente regresó con los santos para darles el mensaje de su amo. San Pablo insistió:

- Dile que también nosotros somos importantes; que todo lo que él tiene, Dios se lo ha dado; además dile que soy su padrino.

A pesar de la insistencia, el sirviente no los dejó entrar, cerró el portón y fue a donde el amo a comunicarle las palabras de Pablo.

Con esto, el amo ordenó que inmediatamente los hicieran pasar. La sorpresa llegó cuando abrieron la puerta y se dieron cuenta que no había nadie, los buscaron por todos lados, pero no los encontraron.

Ellos habían iniciado camino a la casa del ahijado de Pedro. Llegaron al lugar como a las cuatro de la tarde, saludaron, y solo encontraron a la esposa del ahijado y a su hijo. Preguntaron por el ahijado. La esposa respondió que estaba trabajando, pero que enseguida le avisarían de su visita.

El niño corrió a avisarle a su padre, mientras ellos conversaban con la esposa.

- ¿Cómo ha sido para ustedes la vida? ¿Cómo han vivido hasta hoy? – preguntó san Pedro-

- Por la gracia de Dios, humilde y pobremente – contestó la esposa, mientras le ofrecía un poco de agua -

Cuando llegó el ahijado, se reconocieron, se saludaron y los atendió amablemente. Pidió a su esposa que preparara comida para todos. Ella le dijo:

- Solo tenemos un puño de nixtamal[2], pero veremos hasta dónde alcanza.

De inmediato el niño corrió por un poco de leña y la señora empezó a hacer las tortillas con el puño de nixtamal que tenía. Mientras, platicaban de muchas cosas y todos comenzaron a comer.

Lo sorprendente fue que, cada vez que tomaba un puño de masa para hacer la tortilla, salían muchas más y cuando terminaron de comer, el canasto estaba lleno de tortillas.

Llegó la hora de dormir. Por supuesto fueron hospedados en la misma casa. San Pedro dijo:

- Nos quedaremos a dormir y nos iremos mañana temprano; pero no queremos que se molesten en prepararnos comida, es suficiente con lo que nos han dado el día de hoy.

A pesar de eso, el ahijado pidió a la esposa que se levantara temprano para preparar el desayuno. Los visitantes durmieron en un petate[3] y en la madrugada del día siguiente se levantaron para emprender nuevamente su camino. Tal como esperaban, la esposa del ahijado ya había preparado el desayuno, pero ellos no lo aceptaron.

Se despidieron y al poco rato, el niño se dio cuenta que sobre el petate en el que durmieron había un poco de dinero. Rápido corrieron para alcanzarlos y decirles que se les había olvidado aquello, pero ellos respondieron:

- La tierra es de ustedes y todo lo que ella produzca también. Lo que han encontrado es para ustedes y también les dejamos nuestra bendición.

Y se cuenta que el ahijado rico, terminó sin más que con lo que era indispensable.

 

Cirilo Valencia

Tula, México

 

 

 


[1]Esta página no es una creación personal, sino una tradición popular en una comunidad indígena Hñähñu. La habilidad para trasmitirla también vale. La platicó el Sr. Cirilo Valencia Torres, primero en la lengua Hñähñu y luego la tradujo al Castellano.

[2] El nixtamal es el maíz cocido con cal, que molido, hecho masa, sirve para la preparación de las tortillas, alimento básico y sagrado en Mesoamérica

[3] El petate es una estera tejida de juncia. Sobre ella duermen los pobres.

 


 



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