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VIRTUDES CRISTIANAS

Hebreos 12, 14-17

Eddy Francisco ALVARADO LÓPEZ


 

 

En el transcurso de la historia, la humanidad gozaba de una paz, en que cada individuo caminaba por las calles y poblados enteros del mundo, con tranquilidad, y el Hacedor del mundo, disfrutaba de la paz que reinaba en cada calle y poblado. Todo era paz. Pero el corazón de quienes habitaban el orbe, no escucharon el deseo de creador “fomenten la paz” con todos y la santidad. Pero estos no atendiendo el deseo, el interior del hombre vino una sensación de convertir la tranquilidad en una inseguridad para todos, la dulzura y la riqueza de la paz se habían perdido totalmente y también la santidad de quienes querían la paz.

Esta paz se ha perdido en la actualidad en todo el orbe, las calles y pueblos sólo viven en guerras, en el afán de querer dominar al más débil, pero estos grandes sólo quieren el odio, y que la paz desaparezca de aquellas calles, y poblados que el hacedor había dejado en armonía. Creció una planta que carcomía el corazón de todos los habitantes del orbe, esta es el pecado, de la ambición, el dominio por el más débil, la explotación del hombre por el hombre, la destrucción de la paz. Surge una pregunta, ¿en dónde queda la paz? La paz ha quedado olvidada, nadie quiere saber de ella. Mientras el hacedor del mundo decía, “que no haya impuro ni impío como, aquel que vendió su vida a cambio de algo que le perjudicaría”.

Mientras que el hacedor de cuanto había hecho todo bien, se preguntaba. ¿Qué ha pasado con estos seres queridos? ¿Por qué este cambio en su corazones? Y hoy día somos pocos los que nos podemos hacer estas mismas preguntas, las respuestas son muchas, diría que el corazón de la humanidad se ha enfermado, ha crecido, el odio, la venganza, el rencor, y por tal razón, la paz se muere en cada punto de la tierra del hacedor. Muchos venden su dignidad de hombre de bien, y se transforman en hombres sin paz.

La paz, ya no existía. Por tanto, la moral de cada individuo se había desvanecido, el fruto del hacedor se volvía cada día enfermo, no querían nada de tranquilidad, se decía el hacedor: ¿qué puedo hacer para que el corazón enfermo sane? Salió el segundo hacedor y dijo: hagamos algo, iré a ver tu creación y trataré de que todo vuelva a la paz. Iré y daré mi vida para que reine la paz. En los planes del hacedor no estaba en mente el sacrificio de un ser querido. El hijo creció y veía como la población del orbe estaba mal, todo era odio; comenzó una labor, la de predicar el amor. Para ello utilizó a otros, para que difundieran el mensaje del amor y comenzara a tomar vida la paz de aquellas calles y poblados, muchos se unieron al escuchar las palabras llenas de amor y paz, pero esto fue por un corto periodo de tiempo, al hijo de hacedor del mundo, le dieron muerte, pero quedo el trabajo se dio una paz, es entonces cuando comienza la labor de los que caminaron con aquel que dio la vida, y el mensaje que daban a aquellos era: fomenten la paz con todos y la santidad.

En la actualidad, en el orbe creado por el hacedor, se vive en constantes luchas de división, guerras, muertes, odio; la paz no existe. El hacedor sufre por que su creación se está destruyendo así misma. Nadie se quiere. Todos se odian. Es el constante clamor del hacedor. En dónde ha quedado la misión de mi hijo querido, no creo que todo se esté perdiendo.

Los pueblos del orbe, solo quieren vivir en guerra, no quieren la paz, todos los días el hacedor sufre por su creación, mis hijos no han hecho caso de las palabras de mi hijo amado, fomenten la paz con todos. La planta de la maldad ha llenado de oscuridad los corazones de mis hijos, por no haber escuchado las palabras de mi hijo.

La justicia y la paz para el más pequeño no existe, todo es odio, es el constante clamor del hacedor del orbe. Pero no todo se pierde, he ahí que algunos quieren que reine la paz en el orbe, y estos son los seguidores de mi hijo, que a la vez dejaron sus representantes de aquel que entregó la vida por el orbe. Constantemente han enviado palabras por todas las calles y poblados, de que reine la paz, que se fomente en toda la creación. Pero la planta que envenena el corazón, no deja hacer su trabajo. La moral, se ha perdido en casi todos los pobladores del orbe. Cualquier funcionario, se vende y se da a conocer como una cosa enferma que infesta a los demás, el corazón de quienes pretenden dominar, se torna oscuro, desaparecen el amor y la paz hacia los demás pobladores del orbe y de un pueblo. No les interesa la seguridad, la tranquilidad de aquellos que siempre la anhelan con el corazón abierto.

Muchos de los hijos de aquel orbe, o vendían su dignidad u otros se la arrebataban, en la actualidad estos problemas siguen, muchos pierden su dignidad, pierden la paz del corazón, el amor, etc. La moral…, lo bueno no interesa para nada a los hijos de los pobladores. ¿Qué está pasando por la mente de mis queridos hijos? Volvía preguntarse el hacedor del orbe. Sale el colaborador inmediato del hacedor y del hijo, este es el “iluminador”, diciendo: vamos a iluminar la mente de tus hijos, para que así la tranquilidad, la paz y el amor no se pierdan. Tras esta iluminación, los hijos del orbe comenzaban a tener paz. Siempre algunos no escuchan las palabras y prefieren la maldad, dijo el iluminador, el hijo y el hacedor; duele ver el comportamiento de los habitantes del orbe. No quieren paz. ¿Por qué, por qué?

El mundo que he creado con todo lo que hay, en especial a aquel que le di los cinco sentidos para que los utilice a favor de todos, no lo ha hecho como lo esperaba yo, el hacedor está muy triste, por lo que pasa en su creación. El que fue hecho a mi imagen solo hay odio, rencor, envidia, etc., la tierra sufre, la creación sufre, sufre también el hacedor por el comportamiento que hay en la creación. Todo es desorden. Todo es guerra, esto debido a que el hombre esta ciego, el corazón del hombre está manchado por una oscuridad, que a veces es difícil desterrar de del corazón cuando se está alejado del amor del Creador, el artífice de cuanto existe en este mundo.

Me pregunto, yo como hijo del hacedor que me dio cinco sentidos, inteligencia, y me doto de muchas cualidades, ¿estoy realizado bien mi tarea? ¿Qué pasa por mi mente y mi corazón cuando actuó negativamente? Las respuestas pueden ser muchas, pero de estas cual será la repuesta que espera mi padre, el creador. Vivo en un mundo en que los corazones de mis hermanos en todo el orbe están olvidados del amor paternal de su Creador, hemos tomado diversos caminos y debido a ello estamos destruyendo la creación bella, la obra esplendida del creador. Actualmente el corazón del hombre solo habita el odio y el deseo de venganza. Por consiguiente, el mundo, la creación, muere junto al hombre.

Ahora bien, en donde está la misión y la tarea que nos encomendó el Creador, la hemos olvidado por completo, no queremos la paz, ni queremos la santidad. Desde el más pequeño hasta el más grande, desde el más joven hasta el más viejo, no quieren nada de paz en su corazón ni en su entorno social. Hoy en día el Artífice, nos vuelve a decir, fomenten la Paz con todos y la santidad. Sino no ponemos en práctica esta regla, nuestra vida es completamente fría, está muerta, y por tanto no podemos ver al Señor, al Creador. Ante tal comportamiento nosotros mismos estamos rechazando la Gracia del Creador.

Los diferentes sectores de la sociedad de la creación, se encuentran divididos, unos que luchan por que reine el odio, otros que luchan por que reine la paz y el amor, ahí entro yo. Pero parece dominar más la presencia del mal, por la razón de que nuestro corazón está débil y cada día se vuelve más débil por que nos alejamos del amor del Creador. Y esto se ve desde en el momento de la creación hasta nuestros días en la actualidad. También este comportamiento se ve en todos los sectores de la sociedad, el campo de la vida civil, en los que está rigiendo los destinos de las naciones, de los que está al servicio del señor, formando a aquellos que serán los pregoneros de la paz. Por tanto no estamos realizando bien nuestra misión, no la estamos haciendo a como quiere nuestro Padre.

 

Eddy Francisco Alvarado López

Ocotal, Nueva Segovia - NICARAGUA

 


 



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