Servicios Koinonía    Koinonia    Vd esta aquí: Koinonía> Páginas neobíblicas > 041
 

 

Carta de Job a Dios

Marioly Isabel RIQUELME


 

 

Cuando Tú echabas los cimientos sobre la Tierra, dándole sus
medidas y sus bases y su primera piedra angular, yo ignoraba:
Yo ignoraba, que pusiste diques al mar, para que no se derrame.
Fijaste límites y colocaste cerrojos y compuertas.
Ignoraba, que Tú detienes las hinchadas olas del mar.
Ignoraba, que Tú dictas las leyes a la luz de la mañana y señalas
a la aurora el punto por dónde debe salir.
Ignoraba, que tomas con tus manos los polos de la Tierra, la
sacudes, para limpiar y expeler de ella a los impíos.
Ignoraba, que sólo Tú conoces la hondura del mar y que puedes
pasearte por lo más profundo del abismo.
Ignoraba que, jamás podría abrir las puertas de la muerte, medir
la anchura de la Tierra, saber dónde reside la luz y cúal es el
depósito de las tinieblas.
Ignoraba, todo sobre la luz, y cómo el color se propaga sobre
la Tierra.
Ignoraba, el milagro de la yerba verde en el desierto, la lluvia,
el rocío, el hielo, la escarcha y cómo la superficie del mar se
congela.
Ignoraba, quién pone en el corazón del hombre la sabiduría y
quién dió al gallo el instinto.
Ignoraba, quién prepara al cuervo su alimento y quién dejó en
libertad al asno montes y que habita en el desierto.
Ignoraba todo sobre la valentía del caballo, que brinca y vuela
como langosta, que escarba la tierra con su pezuña, que no conoce
el miedo.
Ignoraba, cómo renueva cada año sus plumas el gavilán y coloca
su nido en las alturas.
Ignoraba, que no puedo disipar con mi furor a los soberbios.
Ignoraba, que la fortaleza del elefante está en sus lomos y su
vigor en el ombligo de su vientre, cómo están entrelazados sus
nervios interiormente uno con otro, y que sus huesos son cómo
pilares de bronce y cómo se sorbe un río.
Ignoraba, que jamás podría pescar y sacar con mi anzuelo a
la ballena, atar con una cuerda su lengua ni hacer pacto con
ella, ni hacerla mi esclava ni jugar con ella.
Ignoraba que tuyo es todo cuanto está debajo del cielo,
que poco te conocía, y ahora que te veo con mis propios ojos,
confieso mi ignorancia.
Yo, nada sabía, y tu amor me ha devuelto la vida.
Ahora, has doblado mis bienes y ya no me siento solo
y estoy lleno de días.
Tú haz permitido mi absoluta miseria, probando mi bondad.
Yo nada sabía, y tu amor me ha devuelto la vida.

 

Marioly Isabel RIQUELME

Buenos Aires, Argentina

 


 



  Portal Koinonia | Bíblico | Páginas Neobíblicas | El Evangelio de cada día | Calendario litúrgico | Pag. de Cerezo
RELaT | LOGOS | Biblioteca | Información | Martirologio Latinoamericano | Página de Mons. Romero | Posters | Galería
Página de Casaldáliga | La columna de Boff | Agenda Latinoamericana | Cuentos cortos latinoamericanos