Se estaba organizando la kermesse del colegio, a la prepa nos tocaba coordinar la fonomímica que en los últimos años había alcanzado un gran éxito. Empezamos a reunirnos –coordinadora y alumnas- para sacar la convocatoria, hacer las invitaciones por los salones, preparar el casting, ensayos generales…

Durante la preparación algunas niñas respondieron rápidamente a la invitación y participaron con mucho entusiasmo, entrega, actitud positiva y disponible, ayudaron mucho, estuvieron pendientes de todos los detalles desde muchos días antes, dedicadas plenamente a este evento, mientras que otras niñas –y precisamente las más grandes- no participaron tanto ni quisieron colaborar con el proyecto.

Como parte de la motivación, se acordó con las alumnas que el premio por colaborar – asistir a la kermesse y estar con buena actitud - era no tener clases al día siguiente de la kermesse, y ellas estuvieron de acuerdo pues el cansancio del día ameritaba, al menos, otro día de relax.

Llegó el gran día, y algunas niñas llegaron desde las 10.00 de la mañana para ayudar a preparar todo y estar en la fono de las chiquitas. Otras niñas llegaron a las 12.00 del día a apoyar lo de seguridad de la fono. Hubo otras niñas que llegaron a las 4.00 de la tarde para preparar la fono de las mayores. Y finalmente llegaron algunas niñas a las 6.30 de la tarde y la coordinadora las invitó a ayudar durante la fono, a lo que aceptaron con buena actitud. Al terminar el evento (7.30 p.m.) –que por cierto salió muy bien- la incógnita estaba en el ambiente: ¿quiénes iban a tener día libre el lunes por haber ayudado en la kermesse?

Las últimas que llegaron fueron a preguntarle a la coordinadora si tenían clases o no y ésta les dijo que tenían el día libre porque, aunque hubiera sido al final, habían echado una mano con buena actitud. Las que llegaron a media tarde preguntaron también y la coordinadora les dio la misma respuesta. Finalmente llegaron las primeras en estar en la kermesse, las que habían trabajado todo el día, y pensando que tendrían algo extra preguntaron: ¿Qué premio tenían ellas? Y la respuesta fue idéntica para todas: mañana no hay clases, tienen el día libre.

Aquéllas que habían trabajado todo el día y las que lo habían hecho durante media jornada se enojaron mucho y fueron a reclamarle a la coordinadora, diciéndole que no les parecía justo que todas tuvieran el mismo premio cuando no todas habían trabajado el mismo número de horas.

La coordinadora les contestó: ¿En qué había quedado con ustedes? ¿No habíamos dicho que el premio era un día libre después de la kermesse? ¿En qué fui injusta con ustedes? ¿No puedo tomar decisiones en la sección que yo coordino? ¿Por qué les molesta que yo sea buena con todas?

Miren: el premio más grande para ustedes que fueron las primeras en responder a la invitación de ayudar no ha sido el tener un día libre, sino el gozar más tiempo de la kermesse, el vivir todo el proceso , el convivir con otras niñas, el aprender. Y todo esto no lo tuvieron las que solo estuvieron una hora…

Dense cuenta que con esa actitud están repitiendo lo que día a día sucede en nuestro país, en nuestro contexto, en el mundo: las envidias, las comparaciones, las quejas cuando el otro recibe algo bueno o tiene mejor suerte que nosotros… todo eso nos lleva a la destrucción, a la división, a que siga creciendo la desigualdad y las injusticias…

Ojalá pudieran entender que todo es cuestión de amor y no solo de cumplimiento… ¡Qué suerte que ustedes respondieron más rápido a la invitación de servir!… Las que se tardaron más gozaron menos. Comprender esto nos hace felices mucho más tiempo. Porque, ¿acaso hay paga más grande que la felicidad?