DECLARACION ECUMENICA FRENTE AL ALCA INTEGRACION Y SOLIDARIDAD ENTRE LOS PUEBLOS DE LAS AMERICAS
REUNION MINISTERIAL DE COMERCIO, ALCA, NOVIEMBRE 2003, MIAMI.
A los firmantes de esta declaración ecuménica nos une y moviliza el compromiso ético de
promover la Justicia, la Paz en el respeto a los Derechos Humanos. Nos pronunciamos desde
la afirmación de la Reciprocidad, la Solidaridad de los Pueblos y la Integridad de la Creación.
El Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) es una propuesta de liberalización
comercial que afecta a 800 millones de personas en todo el continente. El proceso de
negociación comenzó en 1994 y se encuentra en actualmente en etapas cruciales. Por un lado
se promueven nuevas estrategias, presentadas como comerciales, pero que en realidad van más
allá del terreno económico. Por otro lado organizaciones sociales y movimientos ciudadanos
plantean una visión alternativa a esta iniciativa.
En el debate sobre el ALCA aparecen entonces problemas propios de la economía, como
las reglas del comercio internacional, pero también otros que hacen a la condición humana y
las posibilidades de lograr una buena calidad de vida.
Ante estas negociaciones deseamos presentar nuestra visión ecuménica, Latinoamericana
y comprometida con el derecho a la vida y a la defensa de las condiciones materiales que la
mantienen y reproducen. Nos hemos inspirado en documentos, cartas y declaraciones de
Iglesias, comunidades, congregaciones, organizaciones cristianas y distintos centros de estudio
que muestran diversos matices pero que concluyen en una perspectiva común.
Partimos del convencimiento que el Dios de la Vida interpela a las comunidades cristianas
ante propuestas como las del ALCA, donde se va mucho más allá del terreno económico.
Consideramos que la convivencia humana no puede ser reducida a simples mercancías de
intercambio de bienes. La dignidad humana implica que sea inseparable la posibilidad de
sobrevivir y de participar en el bien común de la humanidad.
Se ponen en juego espacios sociales, económicos y políticos planteados desde una
asimetría de poder que produce consecuencias de exclusión que atentan contra un futuro de
reciprocidad, fraternidad y justicia entre los pueblos.
 
1 - Transparencia y democracia
El proyecto del ALCA atenta directamente a los procesos de democracia de nuestros
pueblos, dado que el acceso indiscriminado del capital internacional a nuestros territorios solo
es posible deteriorando las democracias, quitando poder de decisión a los ciudadanos y
mercantilizando las sociedades.
El proceso de negociación ha abusado de la confidencialidad, usando repetidas veces
prácticas inaceptables de secretismo. Esa limitación se ha dado tanto dentro de las
negociaciones del ALCA como dentro de los gobiernos, donde nuestros representantes no han
realizado, en la mayoría de los casos, las necesarias consultas con sus parlamentos y la
ciudadanía correspondiente. Debe abrirse necesariamente a la ciudadanía la posibilidad de
opinar, participar y tomar la decisión en una materia tan grave. Asimismo, debe existir
transparencia también entre los países, y deben ser conocidas las posiciones negociadoras de
cada una de las naciones.
 
2 - Desarrollo y mercado
La propuesta original del ALCA apunta a ampliar el mercado a nuevas esferas que antes
estaban bajo regulación social. Diversos procesos y elementos se convierten en mercancías y
pasan a estar regulados por estas reglas comerciales. Esta tendencia se observa con las
regulaciones previstas para bienes y servicios, inversiones y políticas de competencia. El
ALCA en su propuesta actual implica una seria limitación a las regulaciones sociales y en la
reducción de bienes que no son posibles de ser transformados en mercancías sino es a costa de
la vida de las poblaciones y el ambiente.
La visión implícita de desarrollo en la propuesta del ALCA no se encuentra en la calidad
de vida, ni en una economía al servicio de las personas. Por el contrario, dicha propuesta hace
que los derechos de las personas y la ciudadanía en su conjunto queden supeditadas a los fines
económicos y al mercado. Observamos en esto una de las más profundas contradicciones con
la visión de las iglesias sobre la vida y la meta de dignidad humana y erradicación de la
pobreza como fines esenciales del desarrollo.
La propuesta del ALCA actual es análoga al acuerdo de libre comercio de América del
Norte, que según los Obispos Católicos de Canadá, entre otros, hacen más ricos a los ricos a
costa de hacer a los pobres más pobres y más incapaces de competir y de comerciar, para
producir más desigualdad entre y dentro de los países y una mayor concentración de la
riqueza.
 
3 - Libre comercio
La propuesta del ALCA una y otra vez hace referencia al "libre" comercio, lo que en
muchos casos dificulta cualquier discusión ya que pocos pueden estar en contra de
transacciones "libres". Sin embargo la propuesta del ALCA en realidad presenta un comercio
muy regulado en algunos sectores. En el caso del comercio agrícola se mantiene el
proteccionismo de Estados Unidos distorsionando todo el comercio global con enormes
impactos negativos en las comunidades campesinas e indígenas de América Latina y el Caribe.
Estamos ante una nueva forma de colonialismo que implica un nuevo tipo de control,
donde la posesión de un territorio ya no es indispensable, sino que se condicionan y manejan
los procesos productivos. El énfasis está en regular de una nueva manera los procesos
productivos y las relaciones económicas, que debajo del discurso del libre comercio actúa con
un proteccionismo como una forma de planificación no centrada en los Estados sino en el
capital trasnacional que los administra.
Este nuevo marco de regulación está basado en el libre flujo de capitales, que en su 95%
son estadounidenses. Las normas sociales, laborales o ambientales no podrán interferir con ese
flujo de capitales: o sea, la renuncia de los pueblos latinoamericanos a sus derechos -derecho
social, derecho laboral, derecho ambiental, etc. Las personas y las comunidades quedan
supeditadas al capital, pero ahora de una manera legalizada.
 
4 - Asimetría y Soberanía
El ALCA presenta serias limitaciones a la soberanía de los pueblos y una enorme
asimetría. En especial el régimen de inversiones y trato nacional termina por poner en un pie
de igualdad a los Estado-nación con las empresas. El actual borrador establece que las
empresas pueden reclamar y demandar a Estados, un extremo que no es posible ni para
organizaciones sociales ni para individuos. La jurisdicción de los juzgados nacionales queda
relegada, así cómo las posibilidades de los parlamentos para regular emprendimientos
productivos. Bajo este nuevo acuerdo comercial se afecta la soberanía en un sentido profundo,
como también la capacidad de los pueblos para decidir su propio desarrollo en forma
autónoma en reciprocidad con otros pueblos.
Son altamente preocupantes otros procesos de relaciones comerciales en América Latina
que tienen distintos nombres e intervienen distintos países. Entre esos proyectos los acuerdos
bilaterales con Estados Unidos (por ejemplo con Chile), los acuerdos de grupos de países
(tratado de libre comercio de Centro América con Estados Unidos), planes regionales (Plan
Puebla Panamá de México, o Área de Libre Comercio de Sud América de Brasil).
 
5 - Justicia social y ambiental
En la propuesta del ALCA no existe espacio para la justicia social. Se la excluye
explícitamente, ya que el acuerdo sólo se refiere al comercio hemisférico y es ciego a sus
consecuencias sociales. Simplemente no le interesa el derecho de las personas y los pueblos.
De la misma manera en el ALCA tampoco hay lugar para la justicia ambiental. Para nosotros,
creyentes, este extremo debe ser rechazado, ya que nuestras prácticas deben ser confrontadas
con el compromiso con las personas y los pueblos.
El ALCA no asegura la efectividad de la protección de la calidad de vida y de la calidad
ambiental. Tampoco se incluyen elementos específicos de lucha contra la marginación y la
pobreza. Cualquiera de esos componentes está mediado a los fines económicos; las normas de
inversión determinan que se puede exigir la anulación de medidas sociales o ambientales
cuando interfieren con la libre inversión.
En el mismo sentido el ALCA separa o margina de la dinámica de los pueblos la ética de
compromiso con la vida y con la convivencia entre todos. La visión economicista de la
propuesta apuesta solo a la competencia, donde se tolera la destrucción del más débil por el
más fuerte, y se suplanta lo diverso por lo homogéneo, profundizándose las condiciones de la
deuda externa. Nosotras y nosotros como personas y comunidades religiosas nos sentimos
llamados a buscar alternativas apoyados en la máxima de "ama a tu prójimo como a tí
mismo", donde se privilegie al más débil y se proteja la diversidad.
 
6 - Integración y alternativas
Nosotros, como creyentes, estamos a favor de la integración entre las naciones y los
pueblos. Consideramos que ese paso es importante e indispensable para asegurar nuestro
desarrollo. Esa integración no es sólo económica sino que es esencialmente política y cultural.
Sin embargo precisamente el ALCA en su estructura actual impide esa integración, ya que no
contiene previsiones migratorias ni cláusulas sociales, y tampoco establece mecanismos para
las articulaciones y complementaridades productivas. Los acuerdos de "libre" comercio de
este tipo tienen por efecto impedir la integración y terminan provocando anexión y sumisión.
No se trata solo de un rechazo al tratado de libre comercio sino a cualquier forma de pacto
que excluya la participación de nuestros pueblos y la protección social, la autodeterminación y
la protección de nuestros suelos, bienes y personas.
Los pueblos asentados en los territorios de América Latina y el Caribe están cada día
buscando afirmarse en un proceso de integración que asuma la diversidad y diferencias en una
perspectiva de igualdad que permita un desarrollo sustentable para todas las personas que
habitan este continente de esperanza, por eso decimos No al ALCA.
 
7 - Mirando hacia el futuro
Necesitamos recorrer un proceso que asuma las distintas dimensiones de los procesos de
integración regional, para que exista un comercio con justicia para las Américas. Por lo tanto
el comercio se debe enfocar en promover un desarrollo que sea sostenible, permita erradicar la
pobreza, elevar la justicia social y proteger el ambiente. El compromiso con la vida debe
primar sobre los intereses mercantiles.
El comercio debe ser verdaderamente «libre», es decir, un comercio humano donde todos
puedan participar y ningún pueblo y nación imponga su propuesta a los demás. Será necesario
establecer reglas de comercio justo y equitativo, que estén en función de los intereses de los
pueblos. Para promover esos cambios debemos transitar nuevos caminos en la integración
Latinoamericana, basados en la democracia, la igualdad, la solidaridad, la espiritualidad de
los pueblos y el respeto al medio ambiente y a los derechos humanos.
Las Iglesias, movimientos cristianos, organizaciones ecuménicas y las comunidades de
otras grandes religiones, presentes en nuestro continente nos afirmamos en la esperanza de la
colaboración entre culturas, pueblos, y personas en la búsqueda de un presente y futuro menos
injusto y más humano.
Es necesario apoyar la máxima que no es posible "globalizar la vida plena" sin "globalizar
la solidaridad". Desde la fe y el caminar de las comunidades se aspira a una vida abundante
para la humanidad en la acción de Dios en nuestra historia. La conciencia social de los
creyentes latinoamericanos ha logrado avanzar, encontrando acuerdos alrededor de la defensa
de la vida y del ambiente, que nos lleva a compartir esta declaración con todos los hombres y
mujeres de buena voluntad de la Patria Grande. Esperamos con esta declaración promover un
futuro digno que prepare "el camino para que el Reino de Dios se asiente en medio de nuestros
pueblos".
 
 
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permanentemente actualizadas, diríjase a:
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MAS INFORMACIONES:
CLAES – Programa de integración, desarrollo y democracia.
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PARA ADHERIR y COMUNICARSE: Nelson Villarreal,
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