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La venganza de las gallinas

2006-04-07


  La gallina ha sido tal vez la primera ave en ser domesticada hace cerca de 12 mil años cuando el ser humano comenzó a volverse sedentario. Desde entonces las gallinas tienen un destino siniestro: raramente mueren de muerte natural. Se las mata para el consumo humano. En la perspectiva de ellas, la vida es simplemente una tragedia. Normalmente las gallinas eran y son criadas al aire libre, sueltas, correteando alrededor de las casas. Todavía hoy se prefiere a las «gallinas de campo» por ser mucho más saludables.

Modernamente, con la sociedad de producción industrial, han sido transformadas en máquinas para producir carne y huevos. Encerradas por millares en granjas avícolas en donde se crían de 10 a 12 por metro cuadrado, engañadas con la iluminación que les quita la percepción de la noche, alimentadas con estimuladores del crecimiento y antibióticos para que crezcan hasta un punto comercialmente ideal, cuarenta días, son sometidas a grandes padecimientos. Si Gandhi o el Dalai Lama o cualquier persona sensible al sufrimiento visitasen una granja avícola de ésas, seguramente se indignarían y hasta llorarían de compasión. Pero nuestra especie se ha especializado en someter sin piedad a todas las demás especies para sacar provecho de ellas, aunque eso produzca un gran sufrimiento.

Sabemos hoy que todos los seres vivos formamos una única comunidad de vida, pues somos portadores de un mismo alfabeto genético con cuatro bases fosfatadas y 20 aminoácidos. Entonces, ¿por qué imponer este padecimiento en forma de crueldad a nuestros parientes naturales?

Después de siglos de violencia, las gallinas nos devuelven ahora el daño. Es la venganza de las gallinas. Viene bajo la forma de la gripe aviar, que está afectando a otros seres vivos y podría alcanzar también a los humanos. Es el famoso virus H5N1. Virus aviarios siempre han existido en formas no letales. Ahora este H5N1 se ha revelado como una cepa patógena. Si sufre mutaciones que lo hagan transmisible a los seres humanos, puede replicarse locamente y matar de 150 millones a 1.000 millones de personas, según las previsiones científicas. Surgido por primera vez en Hong Kong, ha alcanzado ya casi la mitad del mudo. No existe un antídoto que lo elimine, sólo se le puede limitar. El Tamiflú, que no actúa profilácticamente, sino 18 horas después de la infección, ha sido desarrollado a partir de un ácido extraído de vainas de anís estrellado encontradas en algunas provincias de China. La compañía farmacéutica estadounidense Gilead Sciences, de la que el actual Secretario de Defensa del Gobierno Bush, D. Rumsfeld ha sido presidente y socio, desarrolló el antivirus Tamiflú. Concedió la licencia exclusiva de producción a la compañía suiza Roche, que está ganando millones de dólares y es reticente a conceder licencias de producción por no contar con la aprobación de sus accionistas.

Hoy se sabe que la causa de la gripe aviar no proviene de las gallinas criadas al aire libre, sino de las prácticas avícolas industriales y por el uso de «subproductos» de la cría avícola como ración industrial. La Fundación BirdLife ha demostrado que la expansión de focos de la gripe sigue las rutas de las carreteras y de las vías férreas, no las de los vuelos de las aves migratorias. La gripe es consecuencia del manejo cruel que nosotros, los seres humanos, damos a las gallinas confinadas. Ahí esta el nicho de reproducción del virus. Es una enfermedad sistémica. Está pidiéndonos una forma de relación con los seres vivos que no implique crueldad, sino racionalidad y compasión.

 

Leonardo Boff




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