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Civilización de la re-ligación

2003-10-03


  Mueren las ideologías. Pasan las filosofías. Pero los sueños permanecen. Son ellos los que mantienen siempre abierto el horizonte de la esperanza. Crean el humus necesario que permite continuamente proyectar nuevas formas de convivencia social y de relación con la naturaleza. Bien entendió la importancia de los sueños el cacique de los Duwamish, Seattle, cuando en 1856 escribió al gobernador del Estado de Washington, Isaac Stevens, que le presionaba a vender las tierras a los colonizadores europeos. Perplejo, se preguntaba sin entender: ¿se puede comprar o vender la brisa, el verde de las plantas, la limpidez del agua o el esplendor del paisaje, como quieren los blancos? Y concluía: los pieles rojas entenderían «si conociesen los sueños del hombre blanco, si supiesen qué esperanzas transmite a sus hijos e hijas y qué visiones de futuro ofrece para el día de mañana».

¿Cuál es nuestro sueño? ¿Cuál es el sueño de la sociedad civil mundial, que adquirió visibilidad en los pueblos reunidos en Porto Alegre, en Seattle, en Cancún? Es el sueño de la inclusión de todos en la familia humana, morando juntos en la misma y única Casa Común, la Tierra; el sueño de la gran integración de todas las culturas, etnias, tradicioones y caminos religiosos y espirituales en el patrimonio común de la humanidad; el sueño de una nueva alianza con los demás seres vivos de la naturaleza, sintiéndolos, verdaderaemtne, como hermanos y hermanas en la inmensa cadena de la vida; el sueño de una economía política de lo suficiente y de lo decente para todos, también para los demás organismos vivos; el sueño de un cuidado de unos para con los otros para exorcizar definitivamente el miedo; el sueño de un diálogo de todos con su propia Profundidad, de donde nos vienen los impulsos de benevolencia, de cooperación y amorosidad; el sueño de una re-ligación de todos con la Fuente originaria, en la que manan los seres, dándonos el sentimiento de acogida un Útero final, cuando un día caigamos todos en los brazos del Dios Padre-Madre de infinita bondad y vivamos para siempre, sin ningún desgaste.

Como se puede ver, se trata del sueño de una civiliazación de la re-ligación universal que a todos nos incluya. Continuaremos siendo una unión de los contrarios, pero la luz tendrá en nosotros mucho más epacio que las tinieblas. Este anhelo ancestral de la humanidad fue exilado por el tipo de cultura que predominó en los últimos siglos. Venimos de un ensayo civilizatorio, hoy mundializado, que realizó cosas extraordinarias, pero que es materialista y mecánico, lineal y determinístico, dualista y reduccionista, atomizado y compartimentado. Ha separado la materia y el espíritu, la ciencia y la vida, la economía y la política, la técnica y la poesía, Dios y el mundo. Hizo algo así como una lobotomía en nuestra mente, pues nos dejó desencantados, obtusos a las maravillas de la naturaleza e insensibles a la reverencia que el universo suscita en nosotros. Esta civilización de la re-ligación de todo con todo dará centralidad a la religión, no tanto como institución cuanto como dimensión de lo humano, como fuerza que se propone religar todas las cosas entre si, con el ser humano y con el Ser esencial. Entonces surgirá la civilización de la etapa planetaria, de la sociedad terrenal, la primera divilización de la humanidad como humanidad, reconciliada finalmente con todas las cosas.

 

Leonardo Boff




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