Cambio climático: emergencia planetaria
Cinco estrategias de acción
Víctor Viñuales
Este último año ha sido el del cambio climático. Libro de Al Gore,
óscar a la película de Al Gore, Informe Stern para el Primer Ministro
Británico, IV Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre el
Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas…
Ahora el consenso es enorme. Lo dicen los científicos, la gente común,
los medios de comunicación, la propia naturaleza habla con una claridad
extrema… Estamos dentro de un cambio climático todavía difícil de predecir
con exactitud, pero con graves consecuencias para la humanidad en su
conjunto y gravísimas para algunas zonas particulares de la geografía
mundial.
El último informe del IPCC ha sido demoledor. Más de mil científicos de
todo el mundo se han puesto de acuerdo. A pesar de que la redacción del
sumario para los decisores políticos es cada vez más una difícil
negociación entre los representantes de los países, que aquilatan cada
adjetivo, sus 18 páginas no dejan lugar a dudas. Las evidencias
científicas se acumulan. La concentración de dióxido de carbono (CO2) era
en tiempos preindustriales, hace nada, de 280 partes por millón (ppm). En
el año 2005, según el IV informe del IPCC, era de 379 ppm. El cambio
climático está en marcha, su origen esencial es fruto de la acción del ser
humano, tendrá consecuencias muy graves para amplias zonas del mundo (más
huracanes catastróficos, más sequías, más inundaciones, más olas de calor,
desaparición de ecosistemas y de especies enteras), para millones de seres
humanos, para la biodiversidad, para la vida tal y como la conocemos hoy…
Todos los escenarios posibles, los optimistas y los pesimistas, son
enormemente preocupantes.
Durante años, los «negacionistas» del cambio climático sembraban dudas
y más dudas y continuamente afirmaban que había muchas controversias
dentro de la comunidad científica. No es verdad, no ha sido nunca verdad.
Como señala Al Gore en su libro Una verdad incómoda, un estudio de
la doctora Oreskes, publicado en la revista Science, estudiaba 928
artículos acerca del cambio climático publicados en revistas científicas
con evaluación durante los 10 años previos a su estudio. Conclusión: de
esos 928 artículos NINGUNO expresaba dudas sobre la causa del
calentamiento global. Paralelamente a este estudio, relata Al Gore, se
realizó otra investigación sobre los artículos aparecidos en los
periódicos más influyentes de EEUU (New York Times, Washington Post,
el Wall Street Journal…). El resultado fue que de los 636 artículos
publicados en estos medios un 53% señalaba dudas sobre el calentamiento
global. Las cifras son reveladoras. Dentro de la comunidad científica no
había dudas, pero sí que las había dentro de la «opinión publicada».
Los poderes fácticos, las principales compañías petroleras
estadounidenses, de forma notable, han hecho todo lo posible para sembrar
dudas en los decisores políticos y la opinión pública para evitar que el
Protocolo de Kyoto entrara en vigor. Hoy, gracias al esfuerzo de muchos,
la administración Bush está en retirada. Muchas ciudades de EEUU han
ratificado el Protocolo de Kyoto… La sociedad sí que se está movilizando,
muchas empresas, también…
Sí, finalmente, sólo los irreductibles niegan el cambio climático.
Aunque para entender su terquedad hay que releer a Upton Sinclair : «Es
difícil hacer que un hombre entienda algo cuando su sueldo depende de que
no lo entienda».
Unos pocos meses antes el informe Stern para el Primer Ministro
británico ponía números a las consecuencias económicas del cambio
climático (una reducción en un 20% de nuestro nivel de vida).
Stern señalaba de forma inequívoca que las causas del cambio climático
son globales y las consecuencias también. Por tanto afrontarlo exige una
cooperación internacional profunda como nunca antes se ha producido. Al
mismo tiempo advertía que el gran tema es que los esfuerzos que la
humanidad tiene que realizar deben atender a la equidad.
No todos los países son responsables en la misma medida del cambio
climático. Al Gore señala, por ejemplo, que EEUU es responsable de la
emisión de más gases de efecto invernadero que América del Sur, África,
Oriente Próximo, Australia, Japón y Asia juntos. La responsabilidad en el
coste del esfuerzo de aportar soluciones debe ser proporcional a la
responsabilidad en la participación de cada país en la generación del
problema. Todos somos corresponsables, pero en muy distintos grados.
El 4 de mayo de 2007 en Bangkok un nuevo documento, que se integra en
el Cuarto Informe del IPCC de Naciones Unidas, fue aprobado por los
representantes de 105 países. Su principal conclusión es que el coste de
frenar las emisiones de efecto invernadero varia entre un 0,12 y 3 puntos
porcentuales al año del PIB global hasta 2030, según qué objetivos nos
planteemos. Al mismo tiempo el informe describe 7 sectores clave para
reducir las emisiones: energía, transporte, edificación, industria,
agricultura, bosques y residuos. En conclusión, se sabe qué hacer y el
coste es perfectamente asumible. No hay excusas.
Cuando pocos advertían de su existencia y los más la negaban, hubiera
sido más fácil abordar las políticas precisas para hacerle frente.
Afortunadamente, hoy casi todo el mundo está de acuerdo en que estamos
inmersos en un cambio climático producido por la acción del ser humano. Y
estamos en una emergencia.
Cinco estrategias fundamentales
¿Y qué hacer ante esta situación de emergencia planetaria? Ahí van 5
estrategias fundamentales.
1.- ACTUAR YA. La ratificación del Protocolo de Kyoto nos llevó ¡¡8
años!! Las incertidumbres parciales no deben descentrarnos de la tarea
urgente: ACTUAR YA. Hemos perdido mucho tiempo. Si la humanidad hubiera
hecho caso a las primeras voces, de científicos y ecologistas, que de
forma profética advirtieron de las consecuencias de seguir con un modelo
de desarrollo insostenible, hubiéramos tenido más tiempo para cambiar.
Ahora, sin dilación, es la hora de la acción.
2.- ACTUAR TODOS. Todos somos corresponsables, en desigual medida, pero
todos lo somos, y todos tenemos que actuar. Los países ricos y los países
pobres, las multinacionales y las pequeñas empresas, las ONG y los
ayuntamientos, las escuelas y las universidades, las iglesias y las micro
tiendas, los medios de comunicación… TODOS, sin excepción. Debemos exigir
-lo pide la verdad y la justicia- que los más responsables actúen más,
pero lo debemos exigir «barriendo cada cual su trozo de calle».
Y todas las manos deben ser bienvenidas. Es una emergencia y debemos
recoger los esfuerzos de los convencidos de las primeras horas y los
conversos de los últimos tiempos, no sobra nadie. Es verdad que dan ganas
de espetar a algunos: «¡ya era hora! ¿Por qué no hicisteis nada antes?»
Pero no es el camino. No sobra nadie. Estamos en emergencia. «Justos y
pecadores» tenemos que trabajar, y a veces juntos, para frenar el cambio
climático. Nos falta tiempo, nos faltan manos. No sobra nadie.
3.- BAJAR LA ESCALA. La contemplación de un problema planetario con
frecuencia tiene como efecto la emergencia de un sentimiento de impotencia
en las personas comunes. Para recuperar el ánimo es fundamental acercar el
problema y los objetivos a conseguir. De qué soy responsable yo y qué
objetivos me planteo yo (o mi ONG, mi empresa, mis escuela, mi
ayuntamiento). Nuestra fundación contabilizó su responsabilidad en el año
2005 en 103 toneladas de carbono. ¿Cuál es la responsabilidad del lector
de esta Agenda? En la web www.ceroco2.org lo puede averiguar y puede saber
de qué forma puede afrontar esta responsabilidad particular.
4.-TODAS LAS VÍAS. Debemos actuar con todas las políticas posibles:
cambiando precios, cambiando tecnologías, cambiando valores. Con medidas
coercitivas, con medidas educativas y con incentivos económicos. Con
eficiencia energética, con energías renovables, evitando la deforestación,
reforestando, con otro tipo de desarrollo urbanístico, fomentando la
economía local.
5.- CON ESPERANZA. No puede ser que ante el cambio climático pasemos
del «no hago nada porque no me lo creo» al «me lo creo tanto que no hago
nada porque haga lo que haga no servirá para nada», de la incredulidad a
la desesperanza pero siempre con la misma conducta: la pasividad. Tenemos
que actuar con esperanza. Hay tiempo. Una de las generaciones que creó el
problema, la nuestra, con un modelo de consumo y producción insostenible,
lo ha de resolver. Es de justicia.
Frenar el cambio climático también puede ser una oportunidad para
cambiar nuestro modelo de desarrollo, insostenible, tanto desde el punto
de vista medioambiental como desde el punto de vista social. En las crisis
profundas -enfermedades graves, infartos, accidentes- las personas
adoptamos cambios radicales que llevamos dilatando décadas. Esta crisis
civilizatoria puede ser también para nuestro planeta una oportunidad para
reordenar los valores que han guiado el devenir social en los últimos
tiempos. En las crisis las personas «descubren» que el dinero no lo es
todo. Nuestra sociedad tiene una oportunidad de oro para descubrirlo
también. Aprovechémosla.
Víctor Viñuales
Zaragoza, España
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